Otra más al carro del paliqueo pseudointelectual que, a la hora de la verdad, no sabe ni como encajar en un guión cómico a ratos y más serio y emocional en otros, aquello que no parece impostado, que resulta excesivamente rebuscado, pulido y progre como para caber en conversas de la magnitud de las que aquí se tienen.
Pero todo sea por nombrar a Godard, a unos cuantos autores estadounidenses y por parecer una altruista de pro de esas que se cagan por la pata abajo cada vez que hablan de los States. Pues vale, pues qué bien.

"2 días en París" resulta tan irregular, que uno termina pidiendo la hora antes de tiempo acogiéndose a un no se qué, qué se yo que provocan las idas y venidas de un guión que Delpy nunca sabe como pulir, como tratar y, muchísimo menos, como desarrollar.
Comienza resultando demasiado cargante y poco menos que sugestiva, y aunque alza el vuelo en pro de un humor (que funciona, para qué mentir) que se restringe a mezclar lenguas entre ellas y no saber que dice aquel o el de más allá, termina poniéndose demasiado trascendental como para que nos creamos que, tras algunas de las salidas de tono (totalmente ininteligibles y sobredimensionadas) del personaje de Delpy, alguien debería ser comprensible con ella. Y es que no es más que otra niña caprichosa, otra don nadie que quiere reivindicarse a base de grito pelao, si es necesario (y ojo, que no hablo de Delpy, sino del personaje).

Los temas a tratar, además, se manipulan de un modo superfluo y blando, y no se logra ni un ápice de madurez en ellos.
A la postre, el personaje de Daniel Brühl no pinta absolutamente nada, y realiza un papel irrisorio que sólo intenta justificar otra de las salidas del guión de Delpy, y esta ya no sabemos si no era por no volver a usar la reiterativa voz en off, o por parecer que la película tiene un tono de fábula que no adquiriría ni en años.
Así que, por mucho que se empeñen, no hay nada de romántico en un film donde se exponen conceptos como la desconfianza en pareja, y se desarrollan de forma tan burda que termina por no interesarte nada, ni siquiera otro de esos diálogos salidos de la nada que parecen más dados a intentar culturizar a las masas, que a contar con naturalidad y frescura un relato sobre dos personas enamoradas, que en ningún momento parece que lo estén.