Showgirls.
Angustia, ansiedad y desesperación.
Exaltación de la prostitución, caballo cuatralbo, galopa, paga, bien, puta o nada*.
Ella canta afónica o más bien digamos que habla alto, lo cual es un problema si un personaje le comenta que nunca había escuchado cantar así (de bien, sic) a nadie.
La otra, la jefa o doña, peor o igual, y la película está repleta de canciones, es decir, de tormento generoso, en el potro de tortura, venga.
Por lo demás, vaya, despliega cierta elegancia charcutera, planos a/contra los focos (como si no hubiera público ninguno, como si se hubieran querido ahorrar los bocadillos de los extras y los trajes y esas cosas), ella omnipresente con sus morritos, sus de guerra pinturas, sus caídas de ojos y su pierna estirada por todo lo alto y sus picardías de tú, maja, camarera, échate que ya luego si eso nosotros ya veremos o mejor nos ocuparemos; una historia engolada aparatosa emputecida de o mato a esta zorra vieja o me acuesto con el primero que afloje la mosca que yo canto, lo que me echen o pongan por delante, no me arredro, nacida para esto, para dar el pego, mamá quiero ser artista.
O te matas o te duermes o disfrutas malsanamente con/del espectáculo nefando, tú eliges, hermoso.