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Ferdydurke rating:
1
6.5
382
Drama
Mary, Queen of Scot's half-brother and Queen Elizabeth of England plot against her because she has polarized the english population, a portion of whom embrace the "true" roman Catholic religion. Meanwhile, Mary Stewart's exiled cabinet of Lords hatch their own plan to depose her...
Language of the review:
- es
November 16, 2023
3 of 4 users found this review helpful
Te teme.
Troglodita reducción (al absurdo, sindiós) de los hechos históricos contados al mogollón, a la carrera, atropelladamente, más vodevil, ópera bufa o comedia negra que cosa medianamente seria, como si tuvieran prisa o metieran sucesos en la centrifugadora, como si temieran que ella no quedara demasiado bien parada al albur de las reales circunstancias y jugaran un poco al despiste, la cosa es que a grandes rasgos o en el más o menos todo lo que se cuenta es cierto, pero en los detalles (está el diablo, te ganas el cielo), las medias verdades y la mitad de las mentiras manipulan, cosen, tejen, arreglan (que da gusto, labor de artesanía, dar cera, pulir cera) la faena, en cualquier caso gritan y se agitan y se revuelven y sollozan mucho estos personajes como si estuvieran inmersos de lleno en una de Ozores, no precisamente Shakespeare, a los que no ayuda el doblaje, especialmente el de ella que le hace parecer todavía más pánfila o sonsa de lo que ya la misma película perpetra proyecta.
Sí, dos bestias (una, la otra más sin cencerro vaca) enfrentadas, la calculadora aviesa, pasiva agresiva, arpía, sibilina, malísima, fría y espantosa espartana, sabia y contenida versus la cabra cabrona loca sin una neurona alerta presta, todas en fuga, huida hacia delante mediante constante, ciega, mema, necia, que no da una a derechas, cierto, pero no (se dio) de esta manera (este proceso macerado durante años), sino que más sosegadamente, progresivamente (ella, María, fue salvando obstáculos que la acercaban al abismo o precipicio arrojada por las circunstancias como una barquichuela en plena tormenta hasta darse de bruces con su prima, la maniobrera, la muerte, la parca, esa sombra abyecta, consigo misma y sus pocas luces igualmente, con su afán de darse gusto, tras tanto marido ruinoso, y no parar en barras, rodeada de calzonazos, buitres y cazurros y carniceros y de conspiraciones, conjuras, de estado golpes, asonadas y miserables aquellos siniestros lares llenos, de poco tiento, mal ella, horribles todos), no tan a lo loco, comprendo que dos horas no den para mucho, pero podrían haber optado por haberse centrado en unos pocos sucedidos bien urdidos o contados, no meterlos a presión a ver si cuela juntos todos.
Sí, lo mejor es el rato final, las dos conversaciones, paradójicamente, inventadas, no hubo tales, solo cartas, dagas palabras, en las que (se) aclaran y marcan las diferencias entrambas, hasta llegar ahí pasamos por un caos simplificador, arbitrario y tontorrón especialmente en todo lo referido a la relación que se establece entre María y Bothwell, la que le llevó directamente a la ruina/muerte y que aquí queda muy descafeinada diluida reblandecida dulcificada, él era más basto bruto y ella más caprichosa (estaba) perdida, lo mismo que la participación de ella, mucho más activa directa, en el asesinato de su mamarracho marido, que aquí apunta a que se inventan, la explosión parece que fue tras la muerte, para disimular nada más. Todo sea para adecentar blanquear la historia, y a la en cuestión dama, ya que el espectador es asustadizo acomodaticio, delicado, un niño, de espíritu no tan crítico, y tiene la sesera en un puño, el alma en pijama, el cuerpo en capilla, en vilo, en ascuas, no está para sustos, pobrecico.
Digámoslo así, María se equivocó en todo, yo no mandé mis barcos a luchar contra los elementos, Isabel falló poco, solo lo justo. Los escoceses parecen salidos de Los pazos de Ulloa y el consejero de Isabel, Cecil, de una obra de Oscar Wilde, genio.
Troglodita reducción (al absurdo, sindiós) de los hechos históricos contados al mogollón, a la carrera, atropelladamente, más vodevil, ópera bufa o comedia negra que cosa medianamente seria, como si tuvieran prisa o metieran sucesos en la centrifugadora, como si temieran que ella no quedara demasiado bien parada al albur de las reales circunstancias y jugaran un poco al despiste, la cosa es que a grandes rasgos o en el más o menos todo lo que se cuenta es cierto, pero en los detalles (está el diablo, te ganas el cielo), las medias verdades y la mitad de las mentiras manipulan, cosen, tejen, arreglan (que da gusto, labor de artesanía, dar cera, pulir cera) la faena, en cualquier caso gritan y se agitan y se revuelven y sollozan mucho estos personajes como si estuvieran inmersos de lleno en una de Ozores, no precisamente Shakespeare, a los que no ayuda el doblaje, especialmente el de ella que le hace parecer todavía más pánfila o sonsa de lo que ya la misma película perpetra proyecta.
Sí, dos bestias (una, la otra más sin cencerro vaca) enfrentadas, la calculadora aviesa, pasiva agresiva, arpía, sibilina, malísima, fría y espantosa espartana, sabia y contenida versus la cabra cabrona loca sin una neurona alerta presta, todas en fuga, huida hacia delante mediante constante, ciega, mema, necia, que no da una a derechas, cierto, pero no (se dio) de esta manera (este proceso macerado durante años), sino que más sosegadamente, progresivamente (ella, María, fue salvando obstáculos que la acercaban al abismo o precipicio arrojada por las circunstancias como una barquichuela en plena tormenta hasta darse de bruces con su prima, la maniobrera, la muerte, la parca, esa sombra abyecta, consigo misma y sus pocas luces igualmente, con su afán de darse gusto, tras tanto marido ruinoso, y no parar en barras, rodeada de calzonazos, buitres y cazurros y carniceros y de conspiraciones, conjuras, de estado golpes, asonadas y miserables aquellos siniestros lares llenos, de poco tiento, mal ella, horribles todos), no tan a lo loco, comprendo que dos horas no den para mucho, pero podrían haber optado por haberse centrado en unos pocos sucedidos bien urdidos o contados, no meterlos a presión a ver si cuela juntos todos.
Sí, lo mejor es el rato final, las dos conversaciones, paradójicamente, inventadas, no hubo tales, solo cartas, dagas palabras, en las que (se) aclaran y marcan las diferencias entrambas, hasta llegar ahí pasamos por un caos simplificador, arbitrario y tontorrón especialmente en todo lo referido a la relación que se establece entre María y Bothwell, la que le llevó directamente a la ruina/muerte y que aquí queda muy descafeinada diluida reblandecida dulcificada, él era más basto bruto y ella más caprichosa (estaba) perdida, lo mismo que la participación de ella, mucho más activa directa, en el asesinato de su mamarracho marido, que aquí apunta a que se inventan, la explosión parece que fue tras la muerte, para disimular nada más. Todo sea para adecentar blanquear la historia, y a la en cuestión dama, ya que el espectador es asustadizo acomodaticio, delicado, un niño, de espíritu no tan crítico, y tiene la sesera en un puño, el alma en pijama, el cuerpo en capilla, en vilo, en ascuas, no está para sustos, pobrecico.
Digámoslo así, María se equivocó en todo, yo no mandé mis barcos a luchar contra los elementos, Isabel falló poco, solo lo justo. Los escoceses parecen salidos de Los pazos de Ulloa y el consejero de Isabel, Cecil, de una obra de Oscar Wilde, genio.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
La Historia es un matadero, una vorágine monstruosa de intereses encontrados, de pactos y negociaciones, descalzaperros, solo apta para seres en vida muertos, no para gentes con ganas de vivir y disfrutar y de tan escaso seso, ¿sexo?, solo lo justo, para ir tirando, para el disimulo, para no ofuscarse ni consumirse, (no) para echar el bofe, el resto.
Ella tuvo dos chispazos y el resto de sus años prisionera fueron tormento, enclaustramiento, frustración, impotencia, desastre, destierro. La otra vivió sin volar, a medio gas, metrónomo, nada en exceso, con tiento y miedo, duró más, sufrió menos, resistió, ganó (la partida, el juego), en este mundo, en el otro no sabemos, estamos a la espera de noticias frescas, de fake news, lo que sea, posverdad, de esa, de la más buena.
Le faltó la filosofía práctica de la vida que le enseñaba (con tan pocos frutos resultados lamentablemente) Don Evaristo Feijoo a Fortunata (otra que tal baila/ba, otra simpática descerebrada), el ten con ten de la Regenta, el saber estar, el no perder la compostura, la mujer del César, claro que se pueden hacer guarrerías, escocesas, pero en la sombra o con quien toca, sin que nadie te vea, a lo somormujo, entre bromas y veras, baciyelmo, y pocas, y gracias, y sin alarde ni alharaca, arte de prudencia, no a ciegas, a lo que (te) salga (de la entrepierna), a tontas y a locas, sobre todo cuando más te juegas, cuando más desean lo que tú tienes, el poder tiene esa doble cara, la fuerza que aplasta, y los rivales que (te) surgen debajo de las piedras a ver si te derrumban, te derrocan, y no hay que ponérselo tan fácil como hizo esta mendruga santa inocente católica, tan religiosa y tan poco practicante y tan capaz de cualquier cosa, sin medida, hasta del crimen, lady macbeth no, solo de oídas.
Inglaterra, Escocia y Francia en desconcierto y España de fondo haciendo el indio igual que poco más o menos el resto. El tablero de Europa de la época, todos contra todos y las religiones como excusa o motivo, trajes, máscaras, artificio, fantasmas, pompa y circunstancia, qué más nos da el Papa de Roma que cualquier cabestro vociferante protestante, viva Lutero, lo que importa o cuenta de verdad es lo que estos, o estas creencias o supersticiones, mueven o arrollan como contaba Gustavo Bueno siempre que le dijo Stalin al ministro francés de asuntos exteriores en relación al jefe de la Iglesia, ah, el Papa, ¿cuántas divisiones tiene el Papa?, pues eso, idéntico (viva la memoria histórica no tan democrática), arrea, tira, quita, aparta.
Murió bien, con dignidad y altura, vivió peor, malamente, entre la estulticia, el estupor y el descabello, del desconcierto al desconsuelo pasando por el gatuperio y sin olvidarnos del vituperio, de la descojonación al acabose, ni una a derechas, todas por el centro, sin norte, como un perro.
Se quedó sin padres muy pronto, sin cabeza, sin criterio, a salto de mata, pasó sus primeros años mimada en la corte francesa y se hizo una idea errónea del mundo, se creyó que todo era jauja, tócame roque, no esa trama abyecta que (nos) asola, ese cuento horrísono contado por un loco sádico y lleno de ruido y de furia, miseria, desgraciada hembra.
Es un personaje que da lugar a morbo romántico victimario y no hay tal, la realidad nunca para eso da, cenagal, es mucho más zarrapastrosa y ordinaria, mezquina y mezclada, y esta película se queda a medias, ni fu ni fa, es inteligente pero desmadrada, delirante, acartonada, acelerada, arrebatada, desorejada, derrapada, pedía más calma y equilibrio, prefirió tumulto, estrépito, estropicio.
Y finalmente es plana igual estéticamente, pesada, opaca, translucida, fea. Los actores son buenos, pero están desaprovechados, aunque quizás la que más destaque sea (queremos tanto a) Glenda, excesivos, caricaturizados, resquebrajados, fantoches.
Una oportunidad lamentablemente perdida fallida.
Ella tuvo dos chispazos y el resto de sus años prisionera fueron tormento, enclaustramiento, frustración, impotencia, desastre, destierro. La otra vivió sin volar, a medio gas, metrónomo, nada en exceso, con tiento y miedo, duró más, sufrió menos, resistió, ganó (la partida, el juego), en este mundo, en el otro no sabemos, estamos a la espera de noticias frescas, de fake news, lo que sea, posverdad, de esa, de la más buena.
Le faltó la filosofía práctica de la vida que le enseñaba (con tan pocos frutos resultados lamentablemente) Don Evaristo Feijoo a Fortunata (otra que tal baila/ba, otra simpática descerebrada), el ten con ten de la Regenta, el saber estar, el no perder la compostura, la mujer del César, claro que se pueden hacer guarrerías, escocesas, pero en la sombra o con quien toca, sin que nadie te vea, a lo somormujo, entre bromas y veras, baciyelmo, y pocas, y gracias, y sin alarde ni alharaca, arte de prudencia, no a ciegas, a lo que (te) salga (de la entrepierna), a tontas y a locas, sobre todo cuando más te juegas, cuando más desean lo que tú tienes, el poder tiene esa doble cara, la fuerza que aplasta, y los rivales que (te) surgen debajo de las piedras a ver si te derrumban, te derrocan, y no hay que ponérselo tan fácil como hizo esta mendruga santa inocente católica, tan religiosa y tan poco practicante y tan capaz de cualquier cosa, sin medida, hasta del crimen, lady macbeth no, solo de oídas.
Inglaterra, Escocia y Francia en desconcierto y España de fondo haciendo el indio igual que poco más o menos el resto. El tablero de Europa de la época, todos contra todos y las religiones como excusa o motivo, trajes, máscaras, artificio, fantasmas, pompa y circunstancia, qué más nos da el Papa de Roma que cualquier cabestro vociferante protestante, viva Lutero, lo que importa o cuenta de verdad es lo que estos, o estas creencias o supersticiones, mueven o arrollan como contaba Gustavo Bueno siempre que le dijo Stalin al ministro francés de asuntos exteriores en relación al jefe de la Iglesia, ah, el Papa, ¿cuántas divisiones tiene el Papa?, pues eso, idéntico (viva la memoria histórica no tan democrática), arrea, tira, quita, aparta.
Murió bien, con dignidad y altura, vivió peor, malamente, entre la estulticia, el estupor y el descabello, del desconcierto al desconsuelo pasando por el gatuperio y sin olvidarnos del vituperio, de la descojonación al acabose, ni una a derechas, todas por el centro, sin norte, como un perro.
Se quedó sin padres muy pronto, sin cabeza, sin criterio, a salto de mata, pasó sus primeros años mimada en la corte francesa y se hizo una idea errónea del mundo, se creyó que todo era jauja, tócame roque, no esa trama abyecta que (nos) asola, ese cuento horrísono contado por un loco sádico y lleno de ruido y de furia, miseria, desgraciada hembra.
Es un personaje que da lugar a morbo romántico victimario y no hay tal, la realidad nunca para eso da, cenagal, es mucho más zarrapastrosa y ordinaria, mezquina y mezclada, y esta película se queda a medias, ni fu ni fa, es inteligente pero desmadrada, delirante, acartonada, acelerada, arrebatada, desorejada, derrapada, pedía más calma y equilibrio, prefirió tumulto, estrépito, estropicio.
Y finalmente es plana igual estéticamente, pesada, opaca, translucida, fea. Los actores son buenos, pero están desaprovechados, aunque quizás la que más destaque sea (queremos tanto a) Glenda, excesivos, caricaturizados, resquebrajados, fantoches.
Una oportunidad lamentablemente perdida fallida.