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Ferdydurke rating:
5
6.8
839
Drama
The successful middle-aged Broadway actor Anthony "Tony" John is a dedicated lonely professional that still loves his former wife Brita. They are playing Othello for almost two years and Tony has a breakdown, beginning to lose his mind and sense of reality, confusing his identity with his characters. One night, he meets the waitress Pat Kroll in a distant bar and he spends the night with the easy woman. Then he proposes Brita, who is ... [+]
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- es
November 5, 2022
2 of 2 users found this review helpful
La dura senda del monumental alabastro, la bilis, la doble vida de Ronald.
Cassavetes, Mankiewicz, Paul Thomas Anderson, Fritz Lang, Iñarritu, Aronofski. Noche de estreno. Eva al desnudo. Embriagado de amor. La mujer del cuadro. Birdman. Black Swan.
Mejor el principio sobre todo y el final que durante el tramo central más defectuoso pedestre, doctor Jekyll y mister Hyde, la transformación del hombre lobo, Jack el destripador o el estrangulador de Boston.
La relación con la representación teatral es poderosa y hermosa, la cuestión más central o esencial que plantea la película, la asunción del personaje por parte del intérprete tal cual, resulta demasiado simple, pueril u obvia, confunden o toman al pie de la letra la del actor esquizofrenia, es, por lo tanto, una metáfora sin metáfora, literal, a lo bestia, sin matiz ni gradación, asesinato a sangre fría literaria, no hay distancia ni lírica apenas, es prosa carne cruda, no hay gracia o tan poca, la anuncian a bombo y platillo y después la plasman a machamartillo, caiga quien caiga, ese tono además de cierto cine clásico, el de la inmensa mayoría por desgracia, que trataba o tomaba al público por niños a los que había que darles todo bien masticadito, papilla, para que los pobres no se herniaran o les doliera tanto la cabeza, tan didáctico o bruto su discurso.
La trama detectivesca o criminal, la investigación nada más es también pobre o lamentable y hasta ridícula, lo mejor, ya dijimos más arriba, es Ronald Colman y ese retrato del mundo del teatro en vivo y en directo, esa vorágine ese vértigo, la pasión verbal, el barroquismo poético tortuoso shakespeareano, ese amor a lo otro que hay en todos nosotros, esa comprensión/superación de la realidad, la penetración en la verdadera vida, la inventada o imaginada ficticia, por supuesto, claro.
Cassavetes, Mankiewicz, Paul Thomas Anderson, Fritz Lang, Iñarritu, Aronofski. Noche de estreno. Eva al desnudo. Embriagado de amor. La mujer del cuadro. Birdman. Black Swan.
Mejor el principio sobre todo y el final que durante el tramo central más defectuoso pedestre, doctor Jekyll y mister Hyde, la transformación del hombre lobo, Jack el destripador o el estrangulador de Boston.
La relación con la representación teatral es poderosa y hermosa, la cuestión más central o esencial que plantea la película, la asunción del personaje por parte del intérprete tal cual, resulta demasiado simple, pueril u obvia, confunden o toman al pie de la letra la del actor esquizofrenia, es, por lo tanto, una metáfora sin metáfora, literal, a lo bestia, sin matiz ni gradación, asesinato a sangre fría literaria, no hay distancia ni lírica apenas, es prosa carne cruda, no hay gracia o tan poca, la anuncian a bombo y platillo y después la plasman a machamartillo, caiga quien caiga, ese tono además de cierto cine clásico, el de la inmensa mayoría por desgracia, que trataba o tomaba al público por niños a los que había que darles todo bien masticadito, papilla, para que los pobres no se herniaran o les doliera tanto la cabeza, tan didáctico o bruto su discurso.
La trama detectivesca o criminal, la investigación nada más es también pobre o lamentable y hasta ridícula, lo mejor, ya dijimos más arriba, es Ronald Colman y ese retrato del mundo del teatro en vivo y en directo, esa vorágine ese vértigo, la pasión verbal, el barroquismo poético tortuoso shakespeareano, ese amor a lo otro que hay en todos nosotros, esa comprensión/superación de la realidad, la penetración en la verdadera vida, la inventada o imaginada ficticia, por supuesto, claro.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Es más interesante, dónde va a parar, esa especie de prostitución (poco) encubierta (camarera o algo así con infinito desprecio comentan, ragazzas), la muestra de la noche suburbial residual atomizada, la postura o actitud de ella, de Shelley muy estupenda, que la más tosca o evidente de la partenaire que casi más parece la madre del protagonista, actúa como si lo fuera, que de su trabajo compañera o incluso amante intermitente y expareja.
En resumen, una película llamativa, moderna o innovadora hasta cierto punto al comienzo, y en buena medida fallida, curiosa, extraña, fascinante a ratos, lo mismo que convencionalmente adocenada por otro lado.
Merece la pena echarle un vistazo, qué duda cabe.
Edmon O'Brien me recuerda a Thomas Mitchell y viceversa, monstruo de dos testas o tetas.
Calle Mayor es Broadway.
Actuar justo se trata de ser más tú que nunca al poder descansar de tu fachada unidimensional (tomarse unas vacaciones de uno mismo que decían, creo recordar, tan brillante certeramente, en Desafío total) y así poder lanzarte al abismo maravilloso de la fastuosa diversidad que hay en ti, esa abigarrada y promiscua multitud, un alud.
Identidad quebrada (no como triste tragedia como aquí se cuenta) como gran oportunidad deliciosa de ser más y mejor uno mismo si cabe.
En el final Ronald Colman se condena a pena de muerte porque, no tan inconscientemente, considera que la única forma verdadera de asumir su vil asesinato es la de acabar con tu vida de mano propia, la una por la otra, ya que tu entera existencia ha quedado manchada de manera indeleble, eterna, irresoluble miserablemente, el sacrifico necesario para restablecer tan frágil orden es la sola posible salida digna. Juez y verdugo de sí mismo. Testigo y acusado. Final veredicto.
En resumen, una película llamativa, moderna o innovadora hasta cierto punto al comienzo, y en buena medida fallida, curiosa, extraña, fascinante a ratos, lo mismo que convencionalmente adocenada por otro lado.
Merece la pena echarle un vistazo, qué duda cabe.
Edmon O'Brien me recuerda a Thomas Mitchell y viceversa, monstruo de dos testas o tetas.
Calle Mayor es Broadway.
Actuar justo se trata de ser más tú que nunca al poder descansar de tu fachada unidimensional (tomarse unas vacaciones de uno mismo que decían, creo recordar, tan brillante certeramente, en Desafío total) y así poder lanzarte al abismo maravilloso de la fastuosa diversidad que hay en ti, esa abigarrada y promiscua multitud, un alud.
Identidad quebrada (no como triste tragedia como aquí se cuenta) como gran oportunidad deliciosa de ser más y mejor uno mismo si cabe.
En el final Ronald Colman se condena a pena de muerte porque, no tan inconscientemente, considera que la única forma verdadera de asumir su vil asesinato es la de acabar con tu vida de mano propia, la una por la otra, ya que tu entera existencia ha quedado manchada de manera indeleble, eterna, irresoluble miserablemente, el sacrifico necesario para restablecer tan frágil orden es la sola posible salida digna. Juez y verdugo de sí mismo. Testigo y acusado. Final veredicto.