¿Cuándo se jodió Europa? ¿Dónde empezó todo? ¿Fue la bruja Merkel apoyada por el vampiro Draghi? ¿Fue la banca alemana, el banco central europeo? ¿O los políticos corruptos griegos y su pueblo consentidor? ¿Fueron los americanos del norte que siempre tienen la culpa de algo, o de todo, con sus famosos bonos basura? ¿El capitalismo, el comunismo, la democracia vendida al dinero? ¿O tal vez, en lugar de progreso, solo nos es dado conocer el descenso y el fracaso? ¿Un espejismo, una tomadura de pelo, un saqueo?
¿El mercado laboral, la incorporación de la mujer al trabajo, la dejación de los machos, la destrucción de la familia, la explotación de las clases bajas?
¿Algo tiene sentido? ¿Mereció la pena? ¿Qué?
Estas preguntas y muchas más se hace esta curiosa película a través de una trama enrevesada, un tanto estrepitosa y bastante entretenida.
Dos mujeres, dos países y un mismo conflicto. Traer hijos a un mundo que no los acoge precisamente bien. Las infinitas dificultades para tener niños (o además trabajar) si da la casualidad de que eres europea (y no quiero pensar en otros lugares con menos posibilidades). De las diferencias económicas, lingüísticas y territoriales como velos e injusticias para un dictamen aterrador: nos hemos cargado, si es que algún día lo hubo de verdad, el proyecto europeo de solidaridad y justicia y estamos pagando las consecuencias.
Por lo tanto, la película tiene dos posibles interpretaciones: la literal y dramática, y la metafórico-político-económica. Además de, por supuesto, la femenina maternal.
Es interesante, dignamente hecha. Se ve bien. Pero en el tramo final desbarranca de mala manera. Y pierde buena parte de los méritos acumulados.