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Ferdydurke rating:
5
5.8
72,283
Romance. Comedy
A 28-year-old woman, who years earlier made a pact with her closest male friend that if neither were married in ten years time they would marry one another, now faces the fact that the man is about to marry someone else. He asks her to be his best man and she agrees, planning to go to the ceremony and then break up the couple before they exchange their vows. Instead, she accepts the turn of events and realizes she doesn't need to be married to be happy. [+]
Language of the review:
- es
July 4, 2021
1 of 2 users found this review helpful
La Celestina. La sal de la tierra. La chica de rosa. Paul Giamatti. Dion Warwick. Esto también pasará. Gelatina. Verdín. Moho.
El principio es mejor que el final, como dice la segunda ley de la termodinámica, todo cae y se desordena.
Versión libre de Lady Macbeth, esa mala pécora, qué cabrona.
Bailar es mucho mejor que follar, dónde va a parar.
Es una película gay, mariposona, purpurina, gominola, gomina, laca, loca, barroca, gozosa, infecciosa, como el ébola, un pompón de algodón y amapola, una cursilería, una horterada, una depravación maravillosa, una putrefacta guarrada, vámonos a Miconos y Lesbos de parranda, una sauna, un solárium, el cine antes de todo, antes de ahora, una pena, ABBA, para variar, Kevin Kline y Calvin Klein, un cenáculo y un vituperio, eso. De hecho, Rupert Everett es Dios, el que parte y reparte, el que cuenta y trama la historia de una película de gatas salvajes que pelean por un hombre hetero, es decir, la cosmovisión homosexual y masculina de toda la vida, el macho como centro del universo, objeto de deseo, el idolatrado por todas las mujeres que se tiran al barro por él, pierden los papeles y hasta la vergüenza por el camino, en ese ardoroso periplo, se vuelven locas, están ansiosas, la angustia de la influencia, furor uterino, mientras que los hombres más guapos, sabios y buenos son los de la pluma, los que las observan desde una distancia olímpica y jocosa, a esas enloquecidas hembras en su lucha eterna y desaforada por el falo soñado, tótem y tabú, algo ajeno e innecesario para ellos, que ya lo tienen, el rabo o pene, mismamente, que carecen de esa envidia enfermiza, por lo tanto, de ese malsano picor, de esa insidia que por dentro te carcome, que saben que son los mejores, los más dotados, los más centrados, el punto medio, la medida de todas las cosas, excelsos.
El principio es mejor que el final, como dice la segunda ley de la termodinámica, todo cae y se desordena.
Versión libre de Lady Macbeth, esa mala pécora, qué cabrona.
Bailar es mucho mejor que follar, dónde va a parar.
Es una película gay, mariposona, purpurina, gominola, gomina, laca, loca, barroca, gozosa, infecciosa, como el ébola, un pompón de algodón y amapola, una cursilería, una horterada, una depravación maravillosa, una putrefacta guarrada, vámonos a Miconos y Lesbos de parranda, una sauna, un solárium, el cine antes de todo, antes de ahora, una pena, ABBA, para variar, Kevin Kline y Calvin Klein, un cenáculo y un vituperio, eso. De hecho, Rupert Everett es Dios, el que parte y reparte, el que cuenta y trama la historia de una película de gatas salvajes que pelean por un hombre hetero, es decir, la cosmovisión homosexual y masculina de toda la vida, el macho como centro del universo, objeto de deseo, el idolatrado por todas las mujeres que se tiran al barro por él, pierden los papeles y hasta la vergüenza por el camino, en ese ardoroso periplo, se vuelven locas, están ansiosas, la angustia de la influencia, furor uterino, mientras que los hombres más guapos, sabios y buenos son los de la pluma, los que las observan desde una distancia olímpica y jocosa, a esas enloquecidas hembras en su lucha eterna y desaforada por el falo soñado, tótem y tabú, algo ajeno e innecesario para ellos, que ya lo tienen, el rabo o pene, mismamente, que carecen de esa envidia enfermiza, por lo tanto, de ese malsano picor, de esa insidia que por dentro te carcome, que saben que son los mejores, los más dotados, los más centrados, el punto medio, la medida de todas las cosas, excelsos.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Si la película fuera más santa y justa, como lo son, afortunadamente, la inmensa mayoría de las de ahora, que vienen de fábrica ya con la debida/adecuada perspectiva, tendría que haberse coronado/cerrado con una doble y gloriosa boda, por todo lo alto, más generosa la cosa, la de Cameron y Julia por un lado y la de Dermot y Rupert por el otro. Eso sí que sería la gran felicidad y no este aguachirri consuelaabuelas tan banal y lleno de frivolidad que nos dieron al final.
Dermot y Cameron tienen entrambos la nariz de aquella manera, motivo principal del inopinado flechazo, razón primordial por la que se quieren tanto y se casan en un rato, como hermanos.
Julia es guapa aunque el cuerpo lo tiene en esperanto, parece una desgreñada cigüeña, manga por hombro todo el rato. Es, también, muy lista y expresiva, muy despierta y espabilada, y además tremendamente egoísta, sale en cada puto plano de la película. El es un memo insensible, o qué se puede esperar de un jodido periodista deportivo, ese sino. A la rubia auténtica la visten de aquella manera, pero es simpática y graciosa, a su patosa forma. El otro, como ya dijimos más arriba y no hace falta insistir tanto, es el amo/r de todo, omnímodo.
La película está bien, aunque no sea de las mías, yo soy más de John Wayne y el tito Eastwood, los tipos duros no bailan, a lo sumo enarcamos las cejas en señal de desaprobación mientras nos tomamos el enésimo copazo.
Gavilán o paloma. Todos volamos.
Nota: El gran truco, cuánta perfidia junta, de Julia, nacida para el mal, para desmontar el inminente bodorrio que amenaza tan malamente consiste en tratar de convencer al simplón protagonista, santo inocente, de que le quieren dar un súpertrabajo de no te menees para que así deje de penar por cuatro duros, haciendo mucho el ridículo, en esos andurriales dejados de la mano de Dios y contando las tristes andanzas de equipos de mala muerte, con lo que, lógicamente, él se resiste como gato panza arriba ante semejante ignominia, mucho se ofende, uno tiene unos principios, así como así no se vende.
Gran idea de guion. Al alimón.
Dermot y Cameron tienen entrambos la nariz de aquella manera, motivo principal del inopinado flechazo, razón primordial por la que se quieren tanto y se casan en un rato, como hermanos.
Julia es guapa aunque el cuerpo lo tiene en esperanto, parece una desgreñada cigüeña, manga por hombro todo el rato. Es, también, muy lista y expresiva, muy despierta y espabilada, y además tremendamente egoísta, sale en cada puto plano de la película. El es un memo insensible, o qué se puede esperar de un jodido periodista deportivo, ese sino. A la rubia auténtica la visten de aquella manera, pero es simpática y graciosa, a su patosa forma. El otro, como ya dijimos más arriba y no hace falta insistir tanto, es el amo/r de todo, omnímodo.
La película está bien, aunque no sea de las mías, yo soy más de John Wayne y el tito Eastwood, los tipos duros no bailan, a lo sumo enarcamos las cejas en señal de desaprobación mientras nos tomamos el enésimo copazo.
Gavilán o paloma. Todos volamos.
Nota: El gran truco, cuánta perfidia junta, de Julia, nacida para el mal, para desmontar el inminente bodorrio que amenaza tan malamente consiste en tratar de convencer al simplón protagonista, santo inocente, de que le quieren dar un súpertrabajo de no te menees para que así deje de penar por cuatro duros, haciendo mucho el ridículo, en esos andurriales dejados de la mano de Dios y contando las tristes andanzas de equipos de mala muerte, con lo que, lógicamente, él se resiste como gato panza arriba ante semejante ignominia, mucho se ofende, uno tiene unos principios, así como así no se vende.
Gran idea de guion. Al alimón.