El director y guionista guatemalteco Jayro Bustamante´(1977) parece que lo tiene claro. Después de completar su formación en París y Roma y trabajar como docente y creador visual para Dior, regresa a su país natal con la firme voluntad de utilizar el cine como "herramienta de impacto y cambio social". Crea su propia productora y fundación para este fin  y el apoyo a otros directores guatemaltecos.

Y lo hace con fuerza y éxito internacional con una trilogía que aborda problemáticas básicas de Derechos Humanos según él de su país. El conflicto con los indígenas ("Ixcanul" / 2015), la libertad sexual ("Temblores") y la libertad de pensamiento político ("La llorona"); estas dos últimas en 2019.

La tremenda denuncia de las presiones sociales y de las iglesias evangélicas sectarias cuya influencia en Sudamérica es cada vez mayor termina por ahogar a los personajes que acaban por convertirse en peones arquetipicos de aquello que se quiere denunciar. Y por mucho que los roles esten bien interpretados la atmósfera agobiante que consigue Bustamante les resta contexto personal y perfil psicológico que hubiera enriquecido todo el conjunto.

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