La Universidad Pompeu Fabra sigue produciendo cantera, hasta la fecha femenina, de directoras . Dando visibilidad a sus proyectos, abriéndoles puertas a los festivales como el de Málaga y recogiendo buenos frutos que puedan tener continuidad en una distribución más amplia y siempre difícil. A "Las amigas de Aghata" (2015) y "Julia ist" (2017) se suma ahora la de la otra joven de 24 años Sara Gutierrez Galve que lleva a buen término su proyecto, con medios de producción escasos y siempre muy colaborativos. Podríamos hablar de "borradores" sugerentes e interesantes como los dibujos de la libreta que encuentra el protagonista. De prácticas en el mundo real de una industria cinematográfica difícil y complicada que ellas y ellos quieren renovar. El guión y el trabajo con los actores (en este caso no profesionales) prima en la Universidad, la parte técnica la aportaran productoras asociadas como en este caso Nanouk Films. El resultado es notable y la crítica y el público (de festivales) le han dado una buena acogida. Seguir adelante fuera del abrigo de la Pompeu es otra cosa y el segundo film se torna un arduo camino que no todas y todos lograran. Pero es un buen comienzo.

"Yo la busco" como la canción de Rosendo, busca y aporta maneras de vivir, de una juventud que hoy se estira hasta los 30 como mínimo. Formas de sentir como otra canción, en este caso en la que se apoya el título de Ray Heredia, de entender la vida y convivir en esta inestabilidad social, formas de seguir a flote emocional y socialmente. Max, interpretado con veracidad casi autobiográfica, por Dani Canellas, cual Ulises barcelonés, vaga por las calles en una noche en que sabe que su compañera de piso (y mejor amiga en la vida real) se va con otro. El seísmo que esto le produce le impele a una búsqueda casi contra reloj  para atajar la soledad que se le viene encima, el desconcierto de sus sentimientos, la inseguridad en el futuro. En su periplo aparecerán personajes variopintos en una noche que cobija todo tipo de soledades, de mundos por explorar, de riesgos y misterios cotidianos en cada uno de ellos.

El elenco funciona, consiguen nuestra empatía, Sara Gutierrez logra la atmósfera adecuada y crea un microcosmos efímero y cambiante, tan volátil como la propia existencia.

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