Infumable film patrio con excesivo gusto por las vísceras.

Aunque la idea en sí podía haber dado para mucho, la realidad es que esta película es tremendamente mala. Los diálogos son demasiado estereotipados y forzados. El montaje da la impresión de contar la historia a golpes. Los paisajes son españoles, y no cuela que haya salvajes caníbales entre chaparros, pinos piñoneros y cañaverales. Las escenas gore son demasiado largas (por dios, ¿cuántos hígados y riñones tiene la primera chica que se comen?). Pero lo peor de todo es que los caníbales tienen una cara de llamarse Manolo o Paco...

Parece una película que quiso apuntarse a la moda que creó la impresionante 'Holocausto caníbal' y que fue explotadísima en Italia, llegando a haber incluso una versión de Laura Gemser (''Emanuelle y los últimos caníbales'), pero que no consigue ni de lejos la naturalidad y la veracidad de la película de Ruggero Deodato, que a ratos olvidas que es una película y parece que estuvieras viendo un documental de La 2.

Este engendro sin embargo queda muy lejos de esas películas en todos los aspectos, incluído el erótico-festivo. La única gloria que puede llevarse es la de ser una rareza dentro de la filmografía plana que reinaba en los 80 en España, pero no por eso aconsejaría verla.