La tercera entrega de la popular saga “El Conjuro”, que es un repaso cinematográfico de los principales casos de los populares investigadores paranormales Warren, acudimos a una tercera (¿ ultima?) película donde abundan algunas (quizás muchas) inconsistencias y termina en un producto descafeinado, agrio con mal sabor, sin ningún aroma de satisfacción o encanto, Ed y Lorraine Warren, interpretados por Patrick Wilson y Vera Farmiga, son los actores clásicos naturales de los investigadores paranormales respectivamente, que haciendo un buen esfuerzo interpretativo, no logran salvar medianamente la película, porque adolece de sentido, guion y fuerza narrativa.

Explicando mejor mi punto de vista, viajamos a la década de los 80s, Ed y Lorraine se enfrentan ante un demonio bastante duro, quien toma control absoluto de un joven Arne Johnson (interpretado por Ruairi O´Connor) y este comete un asesinato, los protagonistas tienen la misión de determinar precisamente la dominación individual del joven por una entidad demoniaca ante un juzgado; resulta a priori bastante interesante la idea, lastimosamente queda solo la idea; posee la película un grave problema central, no saber lo que quiere, no saber que transmitir o peor aún sin siquiera tener la convicción de tu propio relato; resumidamente no es un drama judicial, no es una investigación demoniaca propiamente dicha, un problema de identidad claro, de reconocimiento ante el público, desfiguración total, se adquieren los mismos elementos dramáticos de las versiones pasadas pero con peores desenlaces, al fallar la historia los actores protagonistas mucho no pueden hacer y es que difícilmente se les podrá pedir más, el resultado global es una película carente de estructura central argumentativa y lo que es peor aún, un film sin alguna sensación de miedo, precisamente en una saga que se caracteriza, por ser, de terror.