Después de llegar casi a la auto-mutilación tras tragarme enteros una cantidad inferior a cinco episodios de la serie protagonizada por Rob Lowe "Tú, yo y el Apocalípsis" (2015), pensaba que para mi salud mental lo mejor era dejar de dar oportunidades a series nuevas recomendadas por mi Movistar (te extrañaré mucho en unos meses), pero fui generoso cuando abcedí a compartir piso con dos alumnos de educación especial de la ESAD de Castilla y León comandada por el férreo cacique Carlos Ramos Marchena y su legión de "Si, boanas" y consideré serlo de nuevo con la serie en cuestión y, al igual que en aquella ocasión me equivoqué, ahora no. Es cierto que sólo he visto su episodio piloto y que me quedan cerca de veinticuatro más, pero con que sean la mitad de buenos que éste me sentiré muy contento. Casey Wilson me dejó enamorado ya con su extraña forma de ser desde que la vi en la interesante, aunque algo sosa, serie "Finales Felices" (2011). En "Finales Felices" la buena de Casey Wilson hacía de la parte atontada del grupo de amigos que era un puro circo capaz de caerse hasta de una silla de su cocina y reír como boba y estaba un poco desaprovechada, pero esta Casey Wilson es calentita, es encantadora y sigue siendo un maldito desastre pero ya no da vergüenza ajena verla. Es, como he leído en las críticas de los profesionales, una bomba cuando la unes con un tal Ken Marino que no he visto en mi vida, pero que me ha dado una impresión genial. Tanto que me gustaría seguir viéndolo. Es muy apresurado quizás hacer la crítica de la serie, pero la iré cambiando conforme vaya viendo como se desarrolla la única temporada que se ha hecho de una serie que posee una química en la pareja protagonista realmente buena y conseguida y que hace que los veinticinco minutos del episodio único que acabo de ver, se me hayan pasado como si fuera un maldito anuncio. El plantel de secundarios suena aceptable y me guste el gordito barbudo que dice que sufre de poca libido sexual que puede que se convierta en una buena fuente de chistes y no a costa de él, además. Seguiré viéndola y mandaré definitivamente al chorizo (guiño al youtuber Fernanfloo), la maldita serie esa de Rob Lowe donde la gente no puede ser más fea y una monja tener tan buen culo.
... Creo que me van a excomulgar por lo que acabo de escribir...