Te encuentras ante un clásico de la comedia romántica que impulsó las carreras tanto de Meg Ryan como de Billy Crystal. Dos personas distintas; uno más impulsivo y decidido y la otra más sensata y planificadora que comparten un mismo coche en un viaje hacia Nueva York. Este planteamiento es similar a la anterior: "Juegos de amor en la universidad" (1985) sólo que varía en el lugar donde acabarán el viaje. Otra similitud con esta película es que fueron rodadas por el mismo director. Lo que viene a decir que las casualidades sobran. Más tarde, la película crece por sí sola y se desarrolla como una serie de casualidades donde se encuentran Sally y Harry haciéndose amigos al fin, a pesar de que en un principio se cayeron mal. Son tan complementarios y a la vez tan iguales que se convierten en los mejores amigos. Lo demás es historia... De la buena.

Sus diálogos son muy ocurrentes y forman parte del recuerdo de muchos. La mayoría de ellos llevados a cabo por el carismático Billy Crystal, que demuestra tener un encanto para la práctica del humor, que queda fuera de toda duda. Conversaciones tales como la conveniencia de colocar en los periódicos las noticias sobre defunciones junto a las de venta de pisos o la de la imposibilidad de ser amigo de una mujer que te resulte hermosa. Y sin mencionar la escena del orgasmo fingido en el restaurante por la Ryan y cómo la clienta de al lado pide su misma comida. Es un clásico en toda regla y mucho mejor película que otras que se ponen aquí de extraordinarias y son mediocres a más no poder como: "Desayuno con diamantes" (1961) "La naranja mecánica" (1971) o "Platoon"(1986).

No sólo es una buena peli sino una de las más representativas de mi década favorita. Atención a la actuación de Carrie Fisher, una actriz muy buena que los excesos y una temprana fama le jodieron la carrera, que tras el éxito de la saga estelar de George Lucas, todo le fue cuesta abajo. Tengo tres críticas de tres pelis en las que aparece y sólo está por estar, aunque sea una aceptable actriz... Ninguno, salvo Lucas, le supo sacar algo más. Una pena. Debió de tener más suerte. Con títulos como "Granujas a todo ritmo"(1980) o "No matarás... al vecino" (1989) no se puede hacer una carrera seria. Tampoco le ayudó caer en las drogas, la verdad.