Precious cuenta la historia de una adolescente residente en Harlem a la que la vida no le sonríe. Mi abuela decía que hay gente que nace con estrella y gente que nace estrellada: bueno, pues Precious nació estrellada y estampada, porque su vida es una verdadera mierda.

La total ausencia de humanidad en la madre, el horror que se nos narra, la mezcla de resignación, rabia e impotencia de la chica ante lo que la vida le ha puesto delante... todo eso es demasiado como para ser digerido en una película tan breve. No puedo empatizar con nada de eso, son muchas las aberraciones y no sé cómo manejarlas; es como si a la película le sobrara horror y le faltara algo, una pieza que uniera ese horror y le diera sentido. No me sirven los discursos de ánimo de la profesora abnegada, ni los de un enfermero guay (anda, si es Lenny!!), ni los de la asistenta social (pero si es Mariah Carey sin maquillaje!!). Es poco contrapeso para todo el espanto que hay del otro lado, y en cierta forma eso se menciona en la película, aunque con otras palabras.

Todo lo que sé es que siento que debería haberme emocionado y sin embargo no sentí nada. Como mucho, algunas escenas y algunas referencias (a veces es peor imaginar que ver) me impactaron, como si me hubiesen escupido en la cara o pateado en el esternón dejándome sin aire por momentos. Pero ya está: después no me quedé pensando, y no me sentí ni bien ni mal.

A lo mejor es que no pude procesar que haya seres humanos que sean tan monstruosos como la madre de Precious o como su padre; a lo mejor necesito más de 105 minutos para asimilar eso. Si no, no me lo explico.