A mediados del siglo XIX las mujeres jóvenes solo tenían dos posibilidades, o buscar un marido, a ser posible rico, o dedicar su vida al cuidado de sus padres y al resto de la familia.

George Cukor nos proyecta esta imagen en una casa con cuatro hijas adolescentes de edades similares y ningún hijo varón, la alegría de la juventud y el amor entre todas ellas y sus padres es una auténtica oda familiar, carente de potentes argumentos de fondo Cukor nos muestra cuatro preciosas flores de un mismo jardín en el que el calor del hogar es el abono que las hace crecer y ser felices.

Una película para seguir creyendo que el bien y el amor existieron, existen y seguirán existiendo, unos minutos de positividad que no saben a poco pues transmiten los mejores sentimientos posibles.

Excelentes las interpretaciones de las cuatro hermanas destacando de todas ellas una jovencísima Katharine Hepburn con una soltura ante la cámara más que envidiable.