Esperaba más, la verdad, pero no caí en la cuenta de que la fábrica Disney está detrás de la película.
La película, que debería haber sido una digna despedida de Indiana Jones, se convierte en un batiburrillo extraño de personajes planos y situaciones incongruentes, que la convierten en "palomitera", pero no más.
Disney aprovecha nuevamente para hacer wokismo barato (hasta el moño estoy ya de eso en esta irreconocible Disney), donde la fémina (Phoebe Waller-Bridge) no tiene reparos en dejar a Indiana Jones como un paleto, ignorante trasnochado, y de pocos recursos, haciéndonos ver hasta qué punto la chica es un ser de luz que a los 9 años ya había memorizado todos los estudios y publicaciones del Dr. Jones (no entiendo por qué con tal prodigio no estudió ingeniería espacial). La ahijada en cuestión es ridícula, le falta esa humildad (la que suele dar la experiencia y el conocimiento) que se esperaría de ella. Y su papel llega a oscurecer el del propio Harrison Ford, lo cual no me parece justo.
He echado de menos los escenarios reales que nos deleitaron en las otras películas de la saga: aquí todo son CGI con pantalla verde de fondo y efectos especiales a tutiplén, buscando más el impacto del escenario/acción que el del propio argumento y peso de Indiana Jones, es decir, la congruencia del personaje y la aventura. Y es que hasta la fantasía debe ser creíble, pero no es así en este caso: se hace pobre en esta entrega y suspiras un "vale, te lo compro porque se trata de Indi, que si no..."
Decepcionante.