Arranca mostrándonos a Julia (Sigourney Weaver), una cantante de jazz (esta mujer hasta es capaz de cantar unas breves estrofas de forma convincente), felizmente casada y con dos hijos pequeños (niño y niña), a la que estando un día en el parque jugando con ellos, tiene un descuido y desaparece la niña ante su desesperación. A continuación sale el letrerito de “16 años después” y tenemos a Julia como una solitaria mujer, divorciada, con un cierto comportamiento errático y bastante apática y desapegada de la jubilosa noticia que se supone debería ser para ella la inminente boda de su hijo (Alessandro Nivola) con una linda y comprensiva muchacha (Keri Russell).
Todo esto a modo de presentación, a partir de aquí y como consecuencia de la relación que entabla con una extrovertida y dicharachera joven sin oficio ni beneficio (Kate Bosworth), a la que ha conocido de forma ciertamente accidentada y a la que finalmente acaba acogiendo en su casa, tenemos una extraña, a ratos desasogante y finalmente intrigante trama, que finalmente deja un buen sabor de boca debido al realista desenlace y sobre todo al gran trabajo actoral tanto de Sigourney Weaver, como de Kate Bosworth.
En resumen, una digna muestra de cine independiente.