Un profesor de filosofía genera debates existenciales entre sus alumnos y les hace reflexionar sobre la literatura, la poesía y la pasión.

José Luis Guerín tiene el penoso honor de ser el director de la peor película que he visto en años, más bien diría que es la peor película que he visto nunca. Ciudadanos de a pie, que no actores, hablan sobre la fuerza de la palabra, sobre decir las cosas de mil maneras bonitas para volver al mismo punto sin haber hecho nada. Sobre palabras bellas en la forma pero nulas en contenido porque no tienen ningún valor. A la infidelidad le llaman perder el deseo con la que antes era tu musa y buscar, liberarse, para encontrar nuevas formas de inspiración, nuevas musas. Cero dignidad. Guerín debería unirse a Carlos Saura y hacer una película sobre el folclore uzbeko bajo el prisma de la poesía bucólica. Sería un éxito en taquilla y en crítica, y la joya del Actual 2017. Y aún con todo ello, aplausos en la Filmoteca. Oh my God! No pude entrar en ningún momento en lo que nos quiere decir el director y deseaba que acabara ya para despertar a mi novia. ¡Por favor si hasta los pastores de ovejas de las montañas perdidas de Italia recitan poesía! Plantearé una propuesta para dar una charla sobre fiscalidad y el impuesto de sucesiones para el próximo Actual a ver si me aplauden igual...y daré caldo gratis.

Sacapuntas de oro: Las salidas de tono de la mujer del profesor provocan las únicas risas del pseudofilm.

Sacapuntas de madera: Que se le ponga el título de película a un pseudocumental en vez de decir que vamos a visionar un seminario, una charla o un debate de filosofía. Dar la palabra a la gente equivocada puede ser lo peor que le puede pasar a la humanidad.

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