Dick Cheney fue Vicepresidente de EEUU desde 2001 hasta 2009 y, muy posiblemente, tuvo más poder decisorio que el Presidente de aquel período, George W. Bush. Sus inicios en política y su diversa trayectoria hasta ostentar ese cargo se describe en esta película.

El director y guionista Adam McKay, autor de la más que correcta La gran apuesta, lleva a la gran pantalla de una forma casi documental (y lo que no sabe se lo inventa) la trayectoria de uno de los peces gordos de la política norteamericana de los últimos años, siempre a la sombra pero con un poder infinito. A los que estamos a este otro lado del charco nos pilla un poco lejano todo esto, pero siempre es interesante saber y tener acceso a este tipo de historias, todo suma. Da vida al protagonista Christian Bale, el gran especialista de los cambios físicos de Hollywood, en este caso coge unos cuantos kilos para meterse en el orondo cuerpo del Vicepresidente. En indudable que gracias a su trabajo puede optar al Oscar en la categoría de mejor actor (tal vez sea el premio más cantado de este año, salvo que el efecto Queen lo evite) pero ni sus otras 7 nominaciones a los premios más mediáticos de la galaxia cinematográfica evitan que la película me parezca en la mayoría de su metraje un rollo supino que es en contado de forma lenta y plana (a pesar de la forma de dirigir siempre tan peculiar y ácida de Mckay) solo salvado por la gran interpretación de sus actores, ya hemos hablado de Bale, pero es que los papeles de Steve Carell y, sobre todo, de Sam Rockwell dando vida a Bush y en constante estado de gracia, hacen que la película tenga un pase y no vaya directamente a la trituradora. Que esta cinta esté entre las nominadas a mejor película habla muy a las claras del poco nivel de cine de todo el 2018, que solo llena salas con superhéroes musculados y con remakes poco innovadores. Los despachos están llenos de hombres grises con pocas ganas de arriesgar…como el que se describe en esta película. Y no hay nada más peligroso en esta vida que un tonto con poder.

Sacapuntas de oro: El gran trabajo actoral de muchos kilates. Que al acabar te hagas preguntas, una de ellas que cómo alguien tan poco brillante y con perfil bajo vaya subiendo escalones en la política de forma exponencial. El cara a cara en el rancho de Texas. El cachondo final feliz a mitad de película.

Sacapuntas de madera: Pretende de forma irónica desmontar al poderoso pero bajo mi punto de vista le da más galones y le valida. Pasa muy de puntillas por los períodos en que el protagonista estaba alejado de la primera línea, que son quizás los más interesantes porque solo así se entendería el modus operandi del Vice.

Nota: 4,5 Sacapuntas.