Film realizado por Alan Poul (más conocido en el medio televisivo por ser uno de los participantes de las series “A dos metros bajo tierra”, o “Roma”), a la mayor gloria de una Jennifer Lopez que parecía haber desistido de volver al cine tras un puñado de títulos absolutamente olvidables. Lamentablemente, no ha sido así, y la Lopez vuelve a sumar otra muesca a una lista ya bastante larga.

Y es que la historia de Zoe (Jennifer Lopez), quien tras algunos fracasos sentimentales, y ante las enormes ganas que tiene de ser madre decide inseminarse artificialmente justamente el mismo día que conoce a un tipo (Alex O’Louglin) que tal vez podría ser su ansiada media naranja, a pesar del cierto rizo elaborado por parte de los guionistas, rápidamente se encarrila en la senda habitual y por ello totalmente previsible. Aunque también se podría decir que el film entra en el terreno de lo inverosímil, puesto que nadie se imagina a alguien como Jennifer Lopez con problemas para elegir “candidatos”.

Pero el principal problema del film de Poul es lo excesivamente plano, tanto en lo que se refiere a su puesta en escena como en lo que se refiere a los acontecimientos que filma, que tienen en Jennifer Lopez a su principal protagonista. Todo el film está enfocado desde su óptica. Y teniendo en cuenta sus escasas dotes interpretativas, poco se puede esperar de ella. Como además, los responsables del film no han querido colocarla al lado de nadie que le haga sombra, el film en general tiene un perfil muy bajo. Tampoco ayuda mucho un guión blandengue, lleno de tópicos recopilados expresamente para la ocasión, y con situaciones que intentan ser entre cómicas y dramáticas, sin que lleguen en ningún momento a ser ni lo uno ni lo otro.

La historia podría hablar de cómo una sociedad nos obliga a llevar la “senda correcta” con algo más de acritud, más allá de los deseos de maternidad de cualquier mujer. O también le podría haber dado más cancha al protagonista (por decir algo) masculino, en el sentido en que el que realmente tiene un dilema es él, puesto que tiene que decidir si apostar por una relación con una mujer que va a tener un hijo que no es suyo.

Pero Alan Poul no se preocupa de nada más que mantener el tipo en un film absolutamente impersonal, en el que prácticamente ejerce una labor más bien de figurante, al igual que todo el reparto excepto su principal protagonista, y con una clara vocación hacia la taquilla. Está claro que la “calidad” no ha sido precisamente la principal premisa que tuvieron en cuenta los responsables del film.