Poco hay que decir sobre La muerte tenía un precio.
Es una obra maestra. Por supuesto, tiene que interesar el género al que pertenece, pero dentro del género... lo dicho, una obra maestra.
Leone es un maestro de la tensión narrativa (ver todas las escenas de acción, con esos silencios previos tan llenos de magia cinematográfica), la música de Ennio Morricone pocas veces ha sonado más bella y adecuada (resulta un ejemplo clarísimo de cómo una buena música hace mejor a una película), los diálogos de Leone & Luciano Vincenzoni rebosan inteligencia y profundidad, y el argumento... sí, el argumento lo hemos visto miles de veces (¿o quizás no? En la época, este tipo de western fue de lo más novedoso), pero su simplona historia de bandidos y cazarrecompensas brilla como nunca.
Entre los actores, destaca inevitablemente el trío protagonista. Lee Van Cleef es todo elegancia, confianza y presencia escénica. Tiene fuerza, es un actor de los de antes, de los de miradas y movimientos medidos. Gian María Volonté compone un villano absolutamente memorable. Y Clint Eastwood... qué decir. El Hombre sin Nombre es un tipo de personaje que él ha hecho mítico, y con éso está todo dicho.
En resumen: Hay que verla.