Es posible que Y tu mamá también sea una película excesivamente inflada en su momento por las buenas críticas. Vista hoy, queda claro que no es una obra maestra, ni siquiera una película de sobresaliente. Tiene demasiados momentos superfluos para ser considerada como tal, demasiadas conversaciones sin interés y hace demasiado hincapié en que los personajes hablen de sexo continuamente, como si no existiera otro tema para ellos. Y sobra la historia de la familia en la playa.
Sin embargo, se lleva ese sobresaliente que objetivamente quizás no merece porque no es menos cierto que la película tiene algo especial. Hay algo en Y tu mamá también que no solo funciona a la perfección sino que además engancha y la distancia del 90% de las películas que se hacen cada año en el mundo, de cualquier nacionalidad. Algo que no es otra cosa que entusiasmo puro y duro y un sentimiento de libertad absoluto que pone una sonrisa en los labios del espectador y le dan ganas de unirse a la búsqueda de la Boca del Cielo. Y tu mamá también es puro espíritu libre, puro despertar juvenil, puro entusiasmo y coraje, y desde luego mucho más que sus llamativas y explícitas escenas de sexo. Subyace un retrato de la amistad demoledor como crítica de esas relaciones que parecen sólidas mientras se comparte alegría juvenil, pero que caen por su propio peso en cuanto se quita una pieza del puzzle o salen a la luz los verdaderos sentimientos. Como tal la cinta del gran Alfonso Cuarón se revela de forma muy agradecida como un gran drama, entretenida, divertida y en última instancia conmovedora, y con personajes muy bien perfilados y maravillosamente interpretados por una felizmente recuperada Maribel Verdú (excelente y muy precisa en la composición de la extraña y contradictoria personalidad de Luisa, por razones que aquí no cabe explicar) y por unos soberbios Gael García Bernal y Diego Luna, dos de los talentos más grandes que ha dado México y dos artistas completísimos que aquí prácticamente debutaban y se comen la pantalla con su naturalidad y sus miradas.
Realmente especial y única.

Lo mejor: Su espíritu y los tres protagonistas, especialmente Luna y García Bernal.
Lo peor: Le sobran minutos dedicados a demasiadas naderías.