Cameron Crowe fue, antaño, uno de los indiscutibles niños bonitos de Hollywood, uno de esos jóvenes creadores de los que había que esperar grandes cosas, después de películas como Jerry Maguire y Casi famosos (que, ojo, tampoco es que fueran obras maestras, pero por lo menos tenían su gracia y una indudable calidad). Ahora, y tras perpetrar bodrios como Vanilla Sky, ha quedado para esto.
Hay tantas cosas penosas en Aloha que es difícil saber por dónde comenzar: la absurda trama militar/espacial, los conflictos con los nativos hawaianos, el culebronesco trío sentimental, lo perdidos que andan por allí Bill Murray y Alec Baldwin en dos personajes que perfectamente podrían no haber estado, o las estúpidas conversaciones sin sentido ninguno que abundan en el largometraje (en serio, hacía mucho tiempo que los oídos de quien escribe no tenían que escuchar diálogos tan mal escritos y tan llenos de tonterías y sinsentidos: atención a la conversación en la cama entre Brian y Allison, o cuando este descubre un dato importante de su pasado cuando Tracy lo visita después de su discusión con Woody). Es que es todo tan malo...
Si consigue al menos tres puntos es porque hay que alabar la valentía de Bradley Cooper, Rachel McAdams y Emma Stone por prestarse a semejante despropósito. Espero que el cheque fuera jugoso y les haya merecido la pena. Por lo menos hacen lo que pueden y aportan algo de dignidad al insulso guión.

Lo mejor: Hawai, que es muy bonito, y su trío protagonista.
Lo peor: Todo lo demás.