Clay, un maleante sin escrúpulos, consigue por fin evadirse del penal donde cumple condena, después de diez años de trabajos forzados. Le acompañan en su huida, dos presos, compañeros indeseables pero necesarios para su proyectada fuga.
Lo primero de todo, regresar a Warbow, la ciudad donde perpetró el asalto por el que fue condenado. Allí está el botín que nunca fue recuperado.
Correcto y eficaz western, aunque algo aséptico, que en sus 67 minutos de duración no deja lugar para el aburrimiento pero tampoco para la emoción.
Nazarro desenvuelve la intriga con eficacia, dosificando la información al espectador, poco a poco, por medio de lo que nos cuentan en los diálogos, algo que no es muy meritorio pero siempre funciona, consiguiendo que éste siga, con interés, una trama que va cogiendo tintes dramáticos con la introducción de personajes emocionalmente comprometidos a nuestro protagonista, pero no es lo que mejor se le da ya que se pierde en su propio relato impersonal y acelerado.
Resuelve mucho mejor todos los momentos de acción que posee ( la fuga, la llegada a la vivienda, la escapada del niño, la pelea, la mina...). Esto hace que pasemos un buen rato entretenido, sin duda, pero no que consiga implicarnos en complejidades morales que quedan esbozadas pero por las cuales pasa como de refilón. Y se convierte en un film funcional. Entretenido sin más.