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Spain Spain · san sebastian
Izeta rating:
8
Comedy Discharged from the Marines for a hay fever condition, Woodrow Lafayette Pershing Truesmith (Eddie Bracken) is too embarrassed to return home. Encouraged by some fellow soldiers to fabricate a story of being wounded in battle, Truesmith soon finds himself in over his head as he's treated to a hero's welcome.
Language of the review:
  • es
September 23, 2023
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Me llama mucho la atención la audacia que demuestra Preston Sturges al realizar esta película en lo más crudo de la guerra, ya que no es únicamente la típica película propagandística con el ánimo de consolar al público que se vio envuelto en ella sino que, más bien, arremete contra el personal, durante la mayor parte del film, para dedicarse a criticar y satirizar a una población sedienta de héroes, mitos que poder crear, moldear y utilizar a su antojo, aplaudir y vitorear con entusiasmo para librarse de los propios complejos y sacudirse las malas conciencias que pudieran sentir de no poder contribuir ellos mismos para la causa.
Así, nuestro protagonista habrá de sufrir en sus carnes este exceso de celo mitómano, comenzando por el que siente él mismo, que se sentirá enormemente afligido cuando se vea rechazado por el ejército por problemas de salud, apenas haya comenzado el periodo de instrucción.
Hijo de un héroe de guerra también, se sentirá avergonzado al ser devuelto a casa sin haber olido siquiera el humo de los casquillos de bala y creyendo que iba a decepcionar a su madre y a todos los del pueblo, permanecerá en otra ciudad fingiendo por carta que se encuentra en el frente luchando contra los japoneses.
Cuando en una de esas noches solitarias en una ciudad extraña, se encuentre en la barra de un bar suspirando con nostalgia por los suyos y por lo que no pudo ser, y tropiece con unos verdaderos soldados de permiso, recién venidos de Guadalcanal, héroes por derecho propio, les convidará a unas cervezas y trabará amistad con ellos, confesándoles su triste situación de hombre atrapado en sus propias mentiras e imposibilitado de su regreso a casa con cierta dignidad.
Pero en ese grupo se encuentra un veterano sargento (William Demarest) cínico, resabiado y de vuelta de todo (un personaje fantástico), curtido en mil batallas y acostumbrado a resolver cuestiones espinosas que ideará la manera para que el muchacho regrese a casa con honor, aunque haya que adornar un poco el relato por el camino.
El protagonista (Eddie Bracken) sentirá bastantes escrúpulos en sostener una mentira, que ya empieza a coquetear con el delito, pero no tiene la voluntad suficiente como para enfrentarse a la de sus compañeros, mucho más decididos que él.
El asunto tomará visos realmente alarmantes cuando el tren llegue a la estación y se encuentre con que la ciudad en pleno se encuentra allí reunida, ávida de agasajar al héroe que vuelve y de demostrarle su admiración y agradecimiento en una farsa que no habrá hecho más que comenzar.

Una sátira ácida, de ritmo veloz, de diálogos agudos, feroces, réplicas, contrarréplicas...La mano de Sturges dirige en todo su esplendor, señala y caricaturiza a las fuerzas vivas del lugar, sobre todo en la persona de Raymond Walburn, alcalde de la ciudad, que nos va a ofrecer grandes momentos jocosos por su enorme interpretación del pomposo personaje (Yo, como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación..., no dice eso exactamente pero casi), al tiempo que no deja de alertarnos sobre los peligros del populismo y la equivocación de depositar nuestras confianzas en figuras artificiales desconocidas, cegados por el brillo del oropel.
Ella Raines también está magnífica como la exnovia rechazada por el protagonista que busca la reconciliación.
También los demás actores en sus pequeños papeles (atención al personaje del soldado huérfano, el más lúcido de todos ellos), completan esta historia cínica y corrosiva.
Aunque no todo podía ser siempre así y Sturges no deja de plegarse a los mandamientos de un cine que había de servir para reforzar al personal, inculcar buenos valores y hacer prevalecer la honestidad y orgullo patrio.

!Qué duro ha de ser, ser un héroe de postal|
Izeta
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