Una más de las comedias románticas y blanditas con que Hollywood nos obsequia todos los años. A fuerza de insitir y probar suerte con varios de estos productos, uno de ellos acaba por triunfar en la taquilla, ya sea por el encanto de sus protagonistas o Dios sabe por qué. Y digo Dios, porque si conociera la clave del éxito me iba a forrar vendiéndome al mejor postor.
En cualquier caso, esta película está algo por encima de lo habitual en estos casos, explotando con cierta gracia el manido, aunque sabroso tema de la guerra de sexos, en torno a una pareja que se conoce en Las Vegas, se casan muy perjudicados por el alcohol, y se hace millonaria justo cuando se arrepienten de haber cometido semejante error (casarse, claro). Todo de una tacada y sin querer. El proceso legal para anular el matrimonio y la lucha por el dinero constituyen la base de la película, sustentada por el innegable encanto de sus archifamosos y atractivos protagonistas, y con algunos buenos detalles cómicos, más divertidos hacia la primera mitad de la película, que va perdiendo fuelle conforme pierde la mala leche y pasa a ser una ñoñería románticona. Pero vaya, quién lo diría, si hasta me he divertido.