No sé muy bien cómo clasificar Malas Tierras. Es un drama, es una historia de amor, es una road-movie, es una locura... es todo a la vez. Un sinfín de sensaciones he experimentado viéndola, desde el cariño hacia la pareja protagonista hasta la más absoluta repugnancia, salpicado con momentos deconcertantes, que los hay, y varios. Quizá por eso me ha gustado tanto.

El caso es que según empieza no veo nada nuevo bajo el sol, el típico comienzo de la típica historia, sin embargo ese sentir no dura más de diez minutos ya que situaciones con las que no contaba empiezan a surgir. Actos a los que intento dar justificación o sentido alguno se tornan inexplicables pero, eso sí, no dejan de intrigarme.

He preferido esperar un tiempo para hacer la crítica de Malas Tierras, con el fín de saber si realmente había dejado su huella en mí como así creí cuando la ví hace ya unos meses, y me marcó, puesto que hoy en día sigo acordandome de la historia que Mallick nos relata desde la voz en off de la protagonista, probablemente ayudado por la belleza de las imágenes, y sigo intentando comprender ciertos momentos y sigo sin conseguirlo.