No voy a caer en la sorpresa de que Affleck tenga pasta de director y mucho menos voy a insistir con sus malas actuaciones. Su paso detrás de cámara quedó demostrado en “gone baby gone” y ahora no hace más que sostenerlo con eficacia y buen ritmo.
Si buscan una descripción del guión pueden leer cualquier otra crítica, mi intención es comentar la película que disfruté de principio a fin.

Una buen film (como los buenos libros) te atrapan desde el primer minuto y si la historia está bien armada, te sostiene de la garganta hasta el final. Por suerte el cine tiene música e imágenes que ayudan a envolverte en una historia completamente distinta a tu vida y te permite viajar, junto al protagonista, a lugares tan lejanos como Charlestown y creer que has estado ahí.

Ben entendió que un policial no es solo balas y tipos rudos, también hay lugares que marcan destinos; mentiras que modifican la verdad. Y por más que te hundas en la peor de las zanjas, convicción, moral y fortaleza, serán tu soga de rescate. Siempre y cuando tengas la inteligencia para darte cuenta.

Buen pulso fue el punto en común de las reseñas, obviando quizás el cuidado en cada plano. Las escenas de acción tienen vértigo y sorprenden en más de una ocasión.
La violencia es directa e impacta.
La relación ladrón/policía refleja las variantes del sistema, las presiones de pertenecer al mundo marginal y las leyes que conllevan, hacen de la cinta un mundo creíble, real y urbano.
La banda sonora marca los tiempos y por momentos eleva el clima, potenciando cada escena.
El amor aparece tibio, de manera poco correcta e incrustado en una historia ajena de cursilería; pero en la cadencia del rodaje se resuelve sin sobre saltos.

Por más que muchos digan que nada sorprende en este film, apuesto, que en el final esperaban otra cosa.