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Chris Jiménez rating:
8
Drama. Romance Andreas, a man struggling with the recent demise of his marriage and his own emotional isolation, befriends a married couple also in the midst of psychological turmoil. In turn he meets Anna, who is grieving the recent deaths of her husband and son. Andreas and Anna pursue a love affair, but he remains disconnected and her delusions surface. Meanwhile, the island community is victimized by an unknown person committing acts of animal cruelty. [+]
Language of the review:
  • es
May 14, 2023
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Violencia. Es lo que queda en el cuenco de leche arrojado contra el suelo, en el cadáver del vecino apaleado, en la madera cortada, en el fuego del establo, en cada arruga del rostro de los personajes.
Sólo violencia. Pero incluso la violencia encierra su pasión.

Se arrastra por todo lo que impregna, será la última vez que lo haga en Fårö. Después de rodar su pequeña obra cinematográfica de cámara "El Rito" para la televisión sueca, Bergman considera aprovechar parte de los decorados de "La Vergüenza" para extender las terribles experiencias de su pareja protagonista y llevarlas a un nuevo nivel. A este punto ya casi ha pasado una década desde que hizo de la isla su santuario personal y profesional, lo que se halla paralelo a la búsqueda de la perfección en su cine, visual, estética y temáticamente hablando; una década en la que ha descendido a lo más recóndito de su alma y su arte.
Prosigue el desafío con la última mutación de su obra que será "Pasión", creada en el caos, sin un guión, ni programación reales, ni demasiado presupuesto, muy afectado él por la úlcera y ciertos problemas con el equipo, en especial su colaborador Nykvist, con quien mantendrá grandes discusiones debido a la filmación en color, que parece empujar nuestras retinas desde las primeras imágenes, bañadas con los tonos amarillos del sol de la mañana. Un sol que asciende en una tierra congelada e inhóspita, la misma que se abrasó en "La Vergüenza"; la rigurosa narración del propio director nos presenta a Andreas, solitario, apartado de todo, en su pequeña morada en el bosque.

Antes de conocer al álter-ego de Liv Ullmann se nos da un tiempo para que los olores de esta atmósfera se nos alojen en los pulmones: olor a desolación, a desafección, a muerte, a enfermedad. Una carta, usual dispositivo "bergmaniano", desata la tensión; carta de Anna olvidada y devuelta bajo la mirada de un matrimonio compuesto por Elis (Erland Josephson) y Eva (Bibi Andersson), presagio de los Egerman de "Secretos de un Matrimonio" o versión disimulada de los monstruos aristócratas de "La Hora del Lobo", ya que éstos arrastran a Andreas a un mundo nuevo pese a no distanciarse del suyo.
El esquema narrativo sigue las interacciones de este extraño grupo de individuos en lo que es una obra de Bergman en su más estricta concepción. La narración a veces incluso se rompe y habitamos, en un audaz ejercicio de metacine moldeado desde los días de "Prisión", el set de rodaje donde se entrevista a los actores sobre sus papeles, catapultándonos al otro lado de la ficción y subrayándose así la importancia de la mentira y la apariencia. "Pasión" es más una obra de estados anímicos, esferas sugerentes dominadas por las sensaciones de los personajes, que son el verdadero motor de un argumento donde asistimos al intento de establecer un vínculo amoroso entre Andreas y Anna.

No lo conseguirán, por supuesto, ya que dicho vínculo se ve amenazado por un tremendo vacío interior y perseguido por los fantasmas de ambos, tal como les sucedía a sus homólogos predecesores, los Rosenberg y, en especial, los Borg. Antes de su unión y vida juntos, que será mostrada a través de grandes elipsis, la estructura cede la atención en su primera parte a Josephson y Andersson, la pareja en quiebra marcada por el hastío, la infidelidad, la falta de comprensión y una obsesión enfermiza por la violencia, que inevitablemente se "contagia" a la pareja de Von Sydow y Ullmann.
Pero en el dolor de sus interacciones se aprecia dentro el film, por ese paso definitivo al color que da pie a unas poderosas imágenes de paleta impresionista, por la asombrosa libertad narrativa, por su distanciamiento respecto a sí mismo, una belleza elegíaca tal que pareciera sublevarse contra la tentación nihilista que lo habita. A veces la cámara de Bergman sale de la rigidez del encuadre y abre resquicios en la realidad, extrapolando en el mismo escenario los miedos de los protagonistas, o deslizándose por pesadillas en cuyos rincones viscosos emergen los sentimientos de muerte, culpa, soledad perpetua e imposibilidad de hacer las paces con uno mismo.

A veces los personajes tienen oportunidad de plasmar las imágenes de su pasado únicamente por medio de la fuerza de sus confesiones, filmadas en preciosos primeros planos (destaca la de Ullmann, cuya mirada lanzada desde sus hipnóticos ojos azules le atraviesa a uno hasta más allá del cerebelo, sobre su vida anterior con el otro Andreas). Todo agolpado en una tensión humana insoportable por el afán de hipocresía, revelando finalmente ese cáncer de alma que le es anunciado al protagonista con total aspereza. ¿Pero qué protagonista?, ¿el personaje, el actor, el espectador sustituto o aquél que sujeta la cámara, es decir, el director?
La desnudez de Bergman en "Pasión" es absoluta y transversal. De fondo, la historia de un asesino local que acrecienta la sensación de angustia y desconfianza, siendo sospechoso un vecino de Andreas (magistral Erik Hell); subtrama de transfondo confuso pues no se revela la verdad, tan sólo recalca la idea de ver al ser humano como el único animal de maldad pura y arbitraria, sin justificación ni sentido. Asimismo no se llega a una verdad concreta sobre el pasado de los protagonistas y sus desastres matrimoniales; de ese Andreas receloso a desenterrar sus demonios, de esa Anna a la que conocemos primero por las palabras de otros, aumentando el misterio a su alrededor.

La disgregación última y remota del protagonista en la imagen que lo constituye es toda una premonición de que nada podrá reconstruirse en una tierra devastada. "Pasión" queda como el signo de un fin de trayecto, de una preparación elegíaca del adiós.
Quedan también las emociones sentidas con auténtica pasión; la del amor enfermizo, la del odio recalcitrante, la de la mentira y la de la violencia física y psicológica. Queda la tierra solitaria. Se apagan en Fårö los gritos y susurros; a partir de entonces Bergman reduciría su nivel trabajo en el cine...
Chris Jiménez
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