February 5, 2010
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Algo que con frecuencia ocurre en nuestra querida -y muy sufrida- Latinoamérica, es que surge un modesto empresario lleno de ilusiones y aspiraciones en un nuevo proyecto; invierte todo lo que tiene en su nuevo negocio... y, de repente, las cosas no brillan como él esperaba con alma, vida y sombrero. Entonces, entran en escena los oportunistas, los embaucadores, los avariciosos sin escrúpulos… y si nuestro amigo no está bien despierto, termina involucrado en un mal manejo, colgado del anzuelo, y convertido en otro manchado arribista de nuestra malhadada sociedad.
Con una historia ágil y fluida, escrita por Jorge Goldenberg y Héctor Olivera, con la mordacidad y el cinismo que se avienen con estos casos, y atinando siempre con precisos detalles y situaciones objetivamente tomadas de la vida cotidiana, aunque parezca ficción, <<PLATA DULCE>>, se luce en su recreación del mundo financiero donde las mañas y la corruptela son el pan nuestro de cada día.
Fernando Ayala, la dirige con alta eficacia, y ha escogido, con muy buen ojo, los personajes tipo que se mueven en este medio donde se rinde culto al dinero: En el bando familiar: El ambicioso empresario, fácilmente impresionable; la esposa frívola y aburguesada para quien, la apariencia lo es todo; la suegra locuaz y avariciosa; el hijo apocado que se limita a seguir sumisamente a su padre; la chica inteligente, pero, sin carácter para huirle a la corriente… y el conforme, precavido y con un alto sentido de la honradez, quien es algo así como el ángel a quien nadie escucha. En el otro bando, el financiero: Aparece el economista astuto, experto en el tacto y en las sutilezas de efecto seguro; y con él, el asistente mañoso, un verdadero "profesional" como relacionista. Aquellos son los incautos y, éstos, se sienten iluminados... y quizás nunca lleguen a comprender, lo oscuros que realmente son.
Ayala, que sabe harto del humor, lo enmarca todo en un cuadro corrosivo, agridulce, donde mucha gente quizás se sienta vergonzosamente retratada; y las mascaradas de la vida quedan plasmadas con una visión clara y de hondo sentido sociológico.
Latinoamérica queda muy bien representada con esta película que es clara muestra de arte calificado y adulto, claramente crítico y decididamente comprometido con el clamor popular.
Partiendo de las archiconocidas artimañas estatales como el conseguir que Argentina sea la sede del mundial de fútbol -que, no “entiendo” porqué siguen dando resultado ¿se le ocurre a usted algo?-, la historia se asienta, luego, sobre la idiosincrasia de la gente común: La unidad familiar en crisis por los intereses individualistas, la amistad y sus peligros de disociación ante el escalafón clasista... y el dinero asumido como “dios todocorrompoderoso” de esta tierra, la fuerza aniquiladora de un destino colmado de equivocaciones…
Con todo, <<PLATA DULCE>, es cine social y político. Una denuncia totalmente franca que apunta al blanco... ¡y le atina!
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