Click here to copy URL
Luis Guillermo Cardona rating:
7
Drama John Flaherty is a young and ambitious American priest who arrives in the Papal Sovereign city state of the Vactican in 1944 to take his holy orders as a catholic priest. After distinguishing himself in combat in the World War II battlefields of northern Italy, he's assigned as the Vactican treasurer. With the Vactican strapped for money during the war, Flaherty soon makes illegal business deals with a corrupt U.S. Army sergeant, named ... [+]
Language of the review:
  • es
January 21, 2017
4 of 4 users found this review helpful
Hay hombres que nacen con una “suerte” infinita. No importa de donde (se) tiren, siempre caen parados… como los gatos. Parece ser que hubo un hombre que fue sacerdote, capellán de un comando durante la II Guerra Mundial, comisario del vaticano después de la guerra, monseñor, gerente del Banco Vaticano, cardenal… y no se dice hasta donde más llegó, pero, todo estaba dado para que fuese el sucesor del papa que reemplazaría al pontífice de turno (léase Pío X) tras su fallecimiento. Lo curioso, es que, cada contravención o improcedencia que este prelado cometía, se le premiaba dándole un cargo cada vez más representativo.

Pero, estas cosas suceden porque, según sea la moral, son las interpretaciones, y para alguien como Santori, el secretario general del Vaticano, ciertas contravenciones (como matar alemanes durante la guerra, hacer parte del mercado negro en connivencia con la mafia, sostener relaciones sexuales con una novicia…. y otras que hasta pudiesen afectar las finanzas del Estado más rico del mundo) lucían para él como pruebas de valentía y más que afortunadas aquellas que se convertían en jugo$o$ beneficios.

Este “cuento” –con muy claros y curiosos parecidos con la realidad- es el que nos echa el escritor, cantante y traductor parisino Daniel Théron, quien, firmando como Jack-Alain Léger, publicó, en 1976, una especie de thriller-parodia titulado “Monsignor”, que vendió 350 mil ejemplares solamente en Francia y fue traducido a más de 20 idiomas. Alguien con gran tino, calificó la novela como “una narración de capa y espada en un universo de truhanes”. Las capas, claro, las llevan los prelados, y las espadas… bueno, mejor ver esta película que resulta la mar de interesante porque conserva un delicioso humor negro que, si nos disponemos como se debe, nos va a dejar muy bien ilustrados sobre las muchas cosas que suceden al interior de la “santa” iglesia católica.

Los escasos resultados de taquilla que tuvo la película, se debieron, en buena parte, a que la crítica más conservadora la emprendió contra ella y, es de suponerse, que la misma institución afectada hizo lo que pudo para ayudar a silenciarla. Para Christopher Reeve, actor que se preparó concienzudamente para hacer verosímiles sus escenas como sacerdote (y yo creo que lo logra), “la película se salió del carril por razones de las que es mejor no hablar porque avergonzarían a algunas personas, pero hubo escandalosos incidentes que muchos no creerían”. (IMDB)

El reparto resulta bastante calificado, pues, además de Reeve, Genevieve Bujold (Clara), cumple muy bien con su imagen de monjita aparentemente dócil, pero, con un carácter que quizás salga a flote cuando las circunstancias lo ameriten (la escena cumbre entre ella y Flaherty, es arte puro). Fernando Rey, con la solidez de siempre, recrea al especial Santori, la suerte de hombre que ha preservado la gran $olvencia de Roma. Y Jason Miller (Vito Appolini), con un fuerte carácter que pudo haber resultado más efectivo si el director, Frank Perry, hubiese exigido más rigor en su maquillaje.

La adaptación que, de la novela hicieran Abraham Polonsky y Wendell Mayes, contiene muy buenos diálogos con espacio para el cinismo y la ironía, y es contundente cuando salen a flote esos “especiales” argumentos que todo lo justifican y que los incautos siempre se tragan enteritos. Un fuerte abrazo de "triunfo sobre todo mal", es el típico final con el que, muchas veces, terminan los despropósitos en la vida real.

Bien masticado, este “MONSEÑOR” puede resultar bastante ilustrativo.
Luis Guillermo Cardona
Did you find this review interesting and/or helpful?
arrow