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Luis Guillermo Cardona rating:
8
Western. Drama Circumstantial evidence suggests a first sergeant in a black cavalry regiment has raped and murdered a white girl then killed his commanding officer. When he makes the case look even worse by deserting, an old lieutenant friend is sent to get him back - and finds himself also quelling an apache uprising. The lieutenant then volunteers to defend the sergeant in court, where the full story starts slowly to emerge.
Language of the review:
  • es
May 26, 2010
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John Ford fue un hombre impredecible. Se movió siempre en un estira y afloje que nos deja con cada película sin saber a qué atenernos. Ahora, quizás renovado por los cambios sociales que se venían dando en los años 50: descrédito y condena del tristísimo senador Joseph McCarthy, promotor de la “Caza de Brujas”; inconformidad de la raza negra por los absurdos atropellos sociales (una dama arrestada por no ceder, ella, el asiento a un blanco en un bus; servir de pies a los negros en los comedores…), y sobre todo, por la magna presencia de Martin Luther King promoviendo la civilización de la todavía primitiva raza blanca, Ford nos viene con un filme progresista donde, un sargento negro, es juzgado con cargos de violación y asesinato. Esto da pie a un interesante estudio del racismo del que Ford sale avante en una primera lectura.

Así, nos encontramos con aquellos personajes cuyo racismo es directo y apenas atado por la prudencia debida al recinto en que se encuentran: la Corte de los Cuarteles del Ejército del Sudeste. Éste lo representan: el fiscal Shattuck, tendencioso y oprobioso, y la señora Fosgate, esposa del coronel que dirige el proceso, y quien sirve de condenatoria testigo. El racismo indirecto lo representa la corte, la cual se sorprende con cualquier testimonio que favorezca a Rutledge, pues presiente como consabida la condena final de éste. Y el racismo latente o arraigado, lo develan su amigo y abogado defensor, Tom Cantrell, quien, a pesar de la gran admiración y aprecio que siente por el llamado Capitán Búfalo, le coloca sin reparo las esposas cuando siente que algún hecho lo condena. Y también carga con sus dudas, Mary Beecher, la bella rubia que ha podido comprobar, con su propia experiencia, la dignidad de Braxton Rutledge, pero, quien no puede evitar sentirse intimidada ante algunas actitudes de quien ha sentido como un amigo.

Hasta aquí todo brillante, elocuente. Una atinada fotografía y una satisfactoria construcción de escenarios complementan los hechos, y la película se mueve por un sendero humano y evolucionado que se ajusta con la nueva luz que la sociedad americana viene alcanzando en esta nueva década (1960).

Pero, John Ford, se sintió siempre más forzado que sincero a encomiar al ejército del norte, pues son muy evidentes sus simpatías con la causa de los sureños (véase “Misión de Audaces” donde desborda esta tendencia) y, también aquí suelta su puntillazo cuando, el asistente de Fosgate –un humorista, por demás, fuera de lugar-, le dice a éste durante el juicio y refiriéndose a un whisky: “Lo robé en Atlanta la noche que sus hombres arrasaron la población, incluido el convento”. Por lo demás, un filme sin duda, interesante y significativo.

Título para Latinoamérica: “EL CAPITÁN BÚFALO”.
Luis Guillermo Cardona
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