En el ser humano hay cierta clase de pensamientos que, de repente, producen impulsos incontenibles que nos llevan a actuar sin premeditación, sobre todo cuando cierto pensamiento ya se ha vuelto reiterativo y casi obsesivo. Como es obvio, dicha impulsividad (que entre muchas causas puede ser motivada por el amor -o el odio-, el deseo sexual, la soledad… o una sensación de insignificancia) producirá consecuencias según sea la índole del pensamiento que nos persigue y la calidad de las acciones con las que procedamos ante dicho propósito. En psicología, a esto se le llama Conductas Impulsadas por la Emoción (CIE) y las consecuencias pueden ir desde grandes resultados… hasta terribles penalidades.

Mirabel Miller, es una encantadora taquígrafa de Greenville que se ha hecho el propósito de no desgastar su vida en pequeñeces, y ansía tener prendas de lujo y llevar una vida plena. La vida decide complacerla permitiéndole ganar una lotería, efectuada en el condado de Casaba, por la que recibe 5.000 dólares… pero, como suele ocurrir, el primero que le planteará una alternativa de uso de su dinero es el banquero de turno que, ávido de que ese capital se quede en su banco, le propondrá írselo entregando en cuotas de ¡3,85 dólares semanales! La propuesta a Mirabel le resulta ridícula, y dispuesta a seguir sus impulsos, se va a New York donde se hospeda en el lujoso hotel Walsdorf Plaza; solicita una suite y decide vivir a cuerpo de reina… aunque esto dure poco.

Como es de esperar, ante semejante derroche, los directivos especulan sobre quien es ella… y terminan llegando a la supuesta conclusión de que debe ser, “La Reina del Melón Casaba”, quizás propietaria de grandes extensiones de tierra sembrada… así que deciden atenderla con todas las de la ley.

Lo que sigue, la pondrá en contacto con un singular botones llamado Alessandro… y así comienza una deliciosa y romántica comedia, emparentada sin duda con los cuentos de hadas, y más exactamente con Cenicienta… aunque pueda parecer que los roles se han invertido. Ese, hotel Walsdorf Plaza, se convertirá en un sitio inolvidable, pues, dentro de él conoceremos a un grupo de estupendos personajes. Dejando aparte a Mirabel y a ‘Sandro’ que son maravillosos, magníficos resultan, el gerente, el administrador, el jefe de botones, el portero… y hasta las “nobles damas” que entran a ridiculizar a Mirabel porque advierten que no es de su clase, resultan divertidas.

Contando con un magnífico guion de bien sazonados diálogos, escrito por, Stephen Avery y Don Hartman (que fuera nominado al premio Oscar), el director William Wyler, tiene, en 1935, un año de oro, pues, dejó para la posteridad dos magníficas comedias: “The Good Fairy” y <<LA ALEGRE MENTIRA>>, con las cuales encaminaba ya hasta la cima más alta, una de las obras más valiosas que nos haya dado el arte cinematográfico.

Adorable, Frances Dee (Mirabel), con esa espontaneidad, carisma y dulzura que enamora al más pintado. Estupendo, Francis Lederer (Alessandro), la suerte de hombre que sabe muy bien cuáles son los verdaderos valores de una mujer; y encantadores, Ferdinand Gottschalk (Mr. Squires), Richard Carle (Mr. Spitzer), Robert Greig (el portero Adolph), Lennox Pawle (el cónsul de Colonia), etc. etc.

Una frase para recordar, dicha por Sandro a Mirabel: “Prometo cambiar todo sobre mí, si tú prometes seguir siendo exactamente como eres”.

<<LA ALEGRE MENTIRA>>, nos ofrece uno de esos romances que nunca se olvidan.