Anthony Perkins se puso detrás de las cámaras para rodarse a sí mismo como norman Bates en ésta tercera netrega de una película que se tenía que haver quedado en su lugar: en el clásico de Alfred Hitchcock. Lenta y progresivamente, ya empezó a entreverse en la primera secuela rodada por Richard Franklin en 1983, su condición de "slasher" con el intento de hacer sombra a las películas de terror sin argumento y con adolescentes como blanco de descuartizadores anónimos.

Ni siquiera el argumento llega a la altura de una pelícua que brilla por su ausencia. Ni en su secuencia inicial, un homenaje invertido al final de "Vértigo, de entre los muertos" (1958), una novicia (Diana Scarwid) que ha roto sus votos por falta de fe huye del convento pata ser recogida por Duane (Jeff Fahey) un joven musico que se dirige a Los Ángeles para aspirar a triunfar como cantante de Rock. El Motel Bates les espera…

El problema de la película no es que Perkins juegue bien con la doble personalidad de su personaje sinó que sinó que revierte su argumento dejándolo en wl “psicosis” original y no aporta nada nuevo… Bueno sí, la sangre habitual en el género.