Después de llevar a la gran pantalla Carrie, el director quiso repetir la jugada con la obra de otro autor (en este caso John Farris) y el resultado fue por debajo de lo esperado.
Una idea que parece muy buena, pero que al final se queda en nada ya que tenemos dos películas que no logran conectar en ningún momento.
La de Kirk Douglas es una película de acción y espionaje. La de Amy Irving es la de una estudiante con poderes mentales (Carrie Volumen 2).
Los mayores problemas vienen dados porque, mientras que la historia de Douglas aún tiene su gracia, la de Amy Irving no tiene ningún tipo de punch, y no es hasta la parte final en que se encuentran los dos personajes que es cuando el espectador espera algo espectacular (y por desgracia esto no sucede) provocando un auténtico festival de disparates: montaje nefasto, guión apagado o fuera de cobertura y un desenlace que provoca risa y vergüenza equitativamente.
El único punto destacable es la música de John Williams, que le da un toque sombrío que no logra el director.
A los que le guste la intriga salpicada con algo de sangre, enhorabuena. A los que esperan un De Palma con el toque Hitchcock que vayan buscando otro largometraje, porque en este no lo encontrarán.