Sin haber visto la versión original nipona, que, en su día, recibió críticas bastante positivas, lo que resulta obvio es que no puede ser peor que esta edulcorada copia americana, algo completamente previsible a poco que uno se fijara en quiénes son la pareja protagonista: el insufrible Gere y la pazguata de Lopez (qué hace Sarandon en este bodrio es un misterio digno de Iker Jiménez). Por supuesto, la cinta sigue a rajatabla el esquema patentado marca Acme para películas "de baile", a saber:

1) Novato/a que no sabe bailar, pero se apunta, empujado más por su líbido que por su afición;

2) Profesor/a buenorro/a del/de la que el/la novato/a se enamora como un/a burro/a (joder, si me lo permiten, voy a dejar de ser políticamente correcto, porque así no hay quien siga);

3) El novato, en un momento dado, lo deja, porque...
a) Su profe no le hace caso
b) Se da cuenta de que Dios, el día que se repartió el don del ritmo, se olvidó de él
c) La presión le puede

4) Escena melosa donde el profe le dice lo mucho que vale y el novato vuelve

5) Gran final del concurso chorra del que depende que se corten las venas o se las dejen largas.

En fin, un asquito aconsejable sólo para quienes se conformen con el físico de los protagonistas.