¡Toma ya! El "Dracula" de Bram Stoker convertido en un ballet, con música de Mahler, rodado en blanco y negro y con un asiático en el papel principal. ¡Ahí queda eso! Por supuesto, esto no se podía rodar con cámara fija y al modo tradicional. Aquí había que dejar claro que el director es la estrella, e intentar dejar su impronta en cada plano.

En fin, pese a tanta experimentación y a las toneladas de pretenciosidad, lo cierto es que la cinta se soporta sin demasiado esfuerzo y, como curiosidad, puede tener un pase, aunque se le podía haber sacado más jugo a la mezcla de géneros. La verdad es que se olvida apenas terminas de verla, y no pasa de ser, mal que le pese a sus creadores, una de tantas.