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TOM REGAN rating:
6
7.5
14,631
Thriller. Mystery. Drama
When a prominent local businessman is found murdered in the tiny southern town of Sparta, Mississippi, Virgil Tibbs (Sidney Poitier) gets picked up at the train station as a potential suspect, having essentially three strikes against him: he’s black, he’s a stranger, and he’s carrying a good amount of cash. Nobody bothers to question him until he’s brought before the police chief, Bill Gillespie (Rod Steiger), where it is embarrassingly ... [+]
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August 28, 2013
12 of 13 users found this review helpful
62/04(04/04/13) Norman Jewison realizó con esta obra su trabajo más famoso, supuso en su momento una obra rompedora y pionera por su temática donde un negro era el bueno e inteligente y los blancos son unos zoquetes racistas, esto en un tiempo donde en algunos estados de USA aún imperaban leyes segregacionistas, como también existían en muchos blancos una gran xenofobia, convirtiéndose este film en un estimable alegato a favor de la igualdad de derechos. Amén de ser un gran éxito de taquilla y de premios, con cerca de 11 millones de dólares recaudados en USA y ganador de 5 Oscars, película, secundario (Steiger), guión, montaje (Hall Ashby, después buen director) y sonido.
En Sparta, un pequeño pueblo de Mississippi (el pueblo ficticio en la novela era Wells, fue tornado a Sparta para reducir gastos, esta villa es real y su nombre estaba pintado en la torre-depósito de agua local), una calurosa noche de verano mientras patrulla el policia Woods (buen Warren Oates) haya tirado en un callejón el cadáver asesinado del poderoso empresario Philip Colbert, este iba a construir una fábrica en la población que iba a dar trabajo a cientos de vecinos. Gillespie (gran Rod Steiger) es el jefe de policia y lo primero que hace es detener a un negro, Virgil Tibbs (gran Sidney Poittier), que espera el tren en la estación, pues siendo negro tiene mucho dinero en su cartera, y en una villa del sur tan racista es sinónimo de delincuente, pero deben ponerlo en libertad pues su versión es cierta, es un detective de homicidios de Filadelfia, y está allí por un trasbordo de camino a visitar a su madre en Memphis. Gillespie tras la presión de la viuda Colbert (buena Lee Grant) se ve obligado de mala gana a trabajar con Tibbs para resolver este caso, derivando esto en el choque de caracteres del duo, así como el enfrentamiento con la mayoría de vecinos anclados en un pasado de opresión cuasi-esclavista a los negros.
El guionista Stirlieng Silliphant (‘Al Caer La Noche’) adapta la novela homónima de John Ball de 1965, introduciendo algunos sensibles cambios en la personalidad de los protagonistas. En el libro el asesinado era un promotor de conciertos, se cambia acertadamente para darle un cariz más social, pues el muerto representa el avance, la modernidad, una fábrica en que trabajaran juntos blancos y negros, una posibilidad para el entendimiento y para que el pueblo salga de su primitivismo. Está realizada durante la efervescencia del Movimiento de Derechos Civiles, y esta obra es un arma más de esta corriente combativa. Es un drama moralizante que realiza una radiografía sobre el racismo arcaico imperante en el profundo Sur de USA. La excusa es el género policiaco centrado en un asesinato y su investigación posterior para esclarecer los hechos, pues esto sería de gran simplicidad si no fuera por todo lo que rodea al escenario, lo importante es la compleja relación que se establece entre el sheriff blanco racista del sur y un arrogante inspector negro del Norte, del que emana que la colaboración entre ambos puede ser buena, a pesar de las tiranteces existentes, si se apartan los prejuicios raciales nos encontramos con que solo hay una raza, la humana. Asimismo nos presentan un microcosmos anclado en el pasado, cuasi-atávico donde además de un tremendo machismo se está solo un paso por delante de la esclavitud, donde los terratenientes aún se creen con el derecho de abofetear a los negros y que estos no se les ocurra responderles, ellos son los amos. El realizador consigue transmitirnos una hábil ambientación opresiva, calurosa, asfixiante, mugrienta, con un ritmo fluido que hace nunca llegue el tedio. Hubo dos secuelas, 1970 y 1971 con sensible descenso de calidad, y en 1988 se filmó una serie con los personajes.
Posee escenas de calado por su fuerza dramática, comenzando por su excelente inicio, vemos trenes circulando en la noche, un tren llega a la estación de Sparta y de fondo se escucha la hermosa balada soul ‘In The Heat Of The Night’ (homónima al título), canta por la brillante voz de Ray Charles y compuesta por Quincy Jones, vemos un cuerpo de cintura para abajo que desciende del vagón, lleva una maleta en la mano, no vemos el rostro, y entra en la estación, infiriendo en el personaje un halo de misterio y enigma.
Como tara es que la trama detectivesca, carece de enjundia, de misterio, de giros, demasiado plana y simple, cae en lo rutinario, se nota que lo único importante es su crítica social, colocar a un elemento disfuncional en este marco. Se suma una resolución anticlimática (spoiler), en sus explicaciones se torna imprecisa, parece hecha a empujones, precipitada, añadiéndoseles situaciones bastante forzadas como la sonrojante persecución de los 8 trogloditas racistas que encerronan a Tibbs con cadenas y como sale de allí es como poco ridículo.
El elenco actoral realiza una estimable labor, sobresaliendo sus dos protagonistas, Poitier y Steiger, son el motor de esta entretenida y didáctica obra, demuestran una gran química, la evolución de su relación resulta natural y nada artificiosa, como comienza su tortuosa asociación y como poco a poco Gillespie y Tibbs van aprendiendo uno del otro hasta acabar en lo previsible. (continua en spoiler sin)
En Sparta, un pequeño pueblo de Mississippi (el pueblo ficticio en la novela era Wells, fue tornado a Sparta para reducir gastos, esta villa es real y su nombre estaba pintado en la torre-depósito de agua local), una calurosa noche de verano mientras patrulla el policia Woods (buen Warren Oates) haya tirado en un callejón el cadáver asesinado del poderoso empresario Philip Colbert, este iba a construir una fábrica en la población que iba a dar trabajo a cientos de vecinos. Gillespie (gran Rod Steiger) es el jefe de policia y lo primero que hace es detener a un negro, Virgil Tibbs (gran Sidney Poittier), que espera el tren en la estación, pues siendo negro tiene mucho dinero en su cartera, y en una villa del sur tan racista es sinónimo de delincuente, pero deben ponerlo en libertad pues su versión es cierta, es un detective de homicidios de Filadelfia, y está allí por un trasbordo de camino a visitar a su madre en Memphis. Gillespie tras la presión de la viuda Colbert (buena Lee Grant) se ve obligado de mala gana a trabajar con Tibbs para resolver este caso, derivando esto en el choque de caracteres del duo, así como el enfrentamiento con la mayoría de vecinos anclados en un pasado de opresión cuasi-esclavista a los negros.
El guionista Stirlieng Silliphant (‘Al Caer La Noche’) adapta la novela homónima de John Ball de 1965, introduciendo algunos sensibles cambios en la personalidad de los protagonistas. En el libro el asesinado era un promotor de conciertos, se cambia acertadamente para darle un cariz más social, pues el muerto representa el avance, la modernidad, una fábrica en que trabajaran juntos blancos y negros, una posibilidad para el entendimiento y para que el pueblo salga de su primitivismo. Está realizada durante la efervescencia del Movimiento de Derechos Civiles, y esta obra es un arma más de esta corriente combativa. Es un drama moralizante que realiza una radiografía sobre el racismo arcaico imperante en el profundo Sur de USA. La excusa es el género policiaco centrado en un asesinato y su investigación posterior para esclarecer los hechos, pues esto sería de gran simplicidad si no fuera por todo lo que rodea al escenario, lo importante es la compleja relación que se establece entre el sheriff blanco racista del sur y un arrogante inspector negro del Norte, del que emana que la colaboración entre ambos puede ser buena, a pesar de las tiranteces existentes, si se apartan los prejuicios raciales nos encontramos con que solo hay una raza, la humana. Asimismo nos presentan un microcosmos anclado en el pasado, cuasi-atávico donde además de un tremendo machismo se está solo un paso por delante de la esclavitud, donde los terratenientes aún se creen con el derecho de abofetear a los negros y que estos no se les ocurra responderles, ellos son los amos. El realizador consigue transmitirnos una hábil ambientación opresiva, calurosa, asfixiante, mugrienta, con un ritmo fluido que hace nunca llegue el tedio. Hubo dos secuelas, 1970 y 1971 con sensible descenso de calidad, y en 1988 se filmó una serie con los personajes.
Posee escenas de calado por su fuerza dramática, comenzando por su excelente inicio, vemos trenes circulando en la noche, un tren llega a la estación de Sparta y de fondo se escucha la hermosa balada soul ‘In The Heat Of The Night’ (homónima al título), canta por la brillante voz de Ray Charles y compuesta por Quincy Jones, vemos un cuerpo de cintura para abajo que desciende del vagón, lleva una maleta en la mano, no vemos el rostro, y entra en la estación, infiriendo en el personaje un halo de misterio y enigma.
Como tara es que la trama detectivesca, carece de enjundia, de misterio, de giros, demasiado plana y simple, cae en lo rutinario, se nota que lo único importante es su crítica social, colocar a un elemento disfuncional en este marco. Se suma una resolución anticlimática (spoiler), en sus explicaciones se torna imprecisa, parece hecha a empujones, precipitada, añadiéndoseles situaciones bastante forzadas como la sonrojante persecución de los 8 trogloditas racistas que encerronan a Tibbs con cadenas y como sale de allí es como poco ridículo.
El elenco actoral realiza una estimable labor, sobresaliendo sus dos protagonistas, Poitier y Steiger, son el motor de esta entretenida y didáctica obra, demuestran una gran química, la evolución de su relación resulta natural y nada artificiosa, como comienza su tortuosa asociación y como poco a poco Gillespie y Tibbs van aprendiendo uno del otro hasta acabar en lo previsible. (continua en spoiler sin)
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Sidney Poitier exhibe un gran carisma con su altivo papel, un tipo inteligente, se rebela ante la tiranía de los que se creen superiores, pero que siente que debe encontrar al culpable aunque deba ser un chivo expiatorio de sus fantasmas, posee un gran dominio gestual que sabe emitirnos emociones, la rabia, la ira o agudeza. En la novela era un californiano amable y servil que no reaccionaba a las maltratos y humillaciones, el director y el guionista lo cambiaron a un tipo orgulloso de su raza y que no pone la otra mejilla, reacciona ante las vejaciones, muy en la onda combativa del movimiento ‘Panteras Negras’ influenciados por Malcolm X.
Rod Steiger da vida al rudo y racista sheriff con gran carácter, con pose de duro, con ese genial toque de autosuficiencia que da el estar masticando chicle en todo momento, 263 paquetes masticó durante el rodaje, con esas aterrantes gafas de sol, y dejando entrever sutil simpatía por Virgil, para su papel la primera opción fue George C. Scott pero problemas de agenda se lo impidieron. Gillespie también fue variado en su peso en la novela pasando de secundario con cuidado aspecto físico a orondo y tomando protagonismo a la altura de Tibbs, gran acierto para trasladarnos el mensaje de confraternización.
La puesta en escena es contundente, se convierte en un actor más que hace que el asfixiante calor nos llegue (la magia del cine pues durante el rodaje hacía un frío terrible), la dirección artística de PaulGrosse (‘El despertar) es excelente, sumado a la espléndida fotografía de Haskel Wexler (‘Quien Teme A Virginia Wolf, ‘El Caso Thomas Crown’ o ‘Alguien Voló Sobre El Nido del Cuco’), esto envuelto en la jazzística música de Quincy Jones (‘El Prestamista, ‘La Huida’ o ‘El Color Purpura’), con cálidos apuntes de piano tocados por Ray Charles, como el ‘Mama Caleba´s Blues’, estos factores nos transportan a esta época y espacio opresivo.
La escena que más ha sobresalido de la cinta es en la que Tibbs y Gillespie visitan por la investigación a un terrateniente con una gran plantación de algodón (vestigio de de la esclavitud, los negros fueron traídos de África para trabajar en la extracción de este elmento), es Eric Endicott (buen Larry Gates), racista que está en contra de la fábrica, pues Colbert pretendía igualr en salario a blancos y negros, tras la primera amabilidad de este las preguntas le incomodan y terminan enfureciéndole tanto que propina a Tibbs un guantazo, este no se reprime y le devuelve el tortazo (símbolo del cambio de los tiempos), la secuencia es de una gran tensión, con una reacción de Endicott que da idea de sus xenófobas ideas. Curiosamente en la novela Tibbs no respondía al golpe, Poitier insistió en que debía de haberla, gran acierto que mostraba que hay que defenderse ante las humillaciones. Esta escena causó impacto en su momento.
El resulta final es un buen entretenimiento con un gran mensaje en contra de la discriminación racial, una dura crítica social, pero que el tiempo ha arrugado. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
Al final todo el maquiavélico crimen se germinó en un robo para que un hill-billy le pague un aborto a su zorrilla. La intensidad creada hasta ese momento, es como ver un globo que se desinfla, la montaña ha parido un ratón.
Rod Steiger da vida al rudo y racista sheriff con gran carácter, con pose de duro, con ese genial toque de autosuficiencia que da el estar masticando chicle en todo momento, 263 paquetes masticó durante el rodaje, con esas aterrantes gafas de sol, y dejando entrever sutil simpatía por Virgil, para su papel la primera opción fue George C. Scott pero problemas de agenda se lo impidieron. Gillespie también fue variado en su peso en la novela pasando de secundario con cuidado aspecto físico a orondo y tomando protagonismo a la altura de Tibbs, gran acierto para trasladarnos el mensaje de confraternización.
La puesta en escena es contundente, se convierte en un actor más que hace que el asfixiante calor nos llegue (la magia del cine pues durante el rodaje hacía un frío terrible), la dirección artística de PaulGrosse (‘El despertar) es excelente, sumado a la espléndida fotografía de Haskel Wexler (‘Quien Teme A Virginia Wolf, ‘El Caso Thomas Crown’ o ‘Alguien Voló Sobre El Nido del Cuco’), esto envuelto en la jazzística música de Quincy Jones (‘El Prestamista, ‘La Huida’ o ‘El Color Purpura’), con cálidos apuntes de piano tocados por Ray Charles, como el ‘Mama Caleba´s Blues’, estos factores nos transportan a esta época y espacio opresivo.
La escena que más ha sobresalido de la cinta es en la que Tibbs y Gillespie visitan por la investigación a un terrateniente con una gran plantación de algodón (vestigio de de la esclavitud, los negros fueron traídos de África para trabajar en la extracción de este elmento), es Eric Endicott (buen Larry Gates), racista que está en contra de la fábrica, pues Colbert pretendía igualr en salario a blancos y negros, tras la primera amabilidad de este las preguntas le incomodan y terminan enfureciéndole tanto que propina a Tibbs un guantazo, este no se reprime y le devuelve el tortazo (símbolo del cambio de los tiempos), la secuencia es de una gran tensión, con una reacción de Endicott que da idea de sus xenófobas ideas. Curiosamente en la novela Tibbs no respondía al golpe, Poitier insistió en que debía de haberla, gran acierto que mostraba que hay que defenderse ante las humillaciones. Esta escena causó impacto en su momento.
El resulta final es un buen entretenimiento con un gran mensaje en contra de la discriminación racial, una dura crítica social, pero que el tiempo ha arrugado. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
Al final todo el maquiavélico crimen se germinó en un robo para que un hill-billy le pague un aborto a su zorrilla. La intensidad creada hasta ese momento, es como ver un globo que se desinfla, la montaña ha parido un ratón.