‘El imperio del fuego’ viene a ser como un cruce un tanto ortopédico entre ‘Waterworld’ y ‘Terminator’, teniendo en todo caso más de la primera que de la segunda (pese a las agallas de Costner).

Al menos es de agradecer a Bowman y los guionistas su falta de pretensiones, ya que cualquier aire de grandeza habría jugado (demoledoramente) en detrimento de un film que se sueña superproducción y se acerca más a una simpática serie B con actores (McConaughey y, sobre todo, Bale) en baja forma. El film posee cierto empaque visual (polvo y niebla son el paisaje esencial) para sus limitantes características, a pesar de unos pobres y decepcionantes efectos visuales y una puesta en escena anodina, reiterativa y plana (con algún plano remarcable, pero nada más).

La coartada de funcionar como una sci-fi cruzada con una monster movie puede resultar atractiva, pero finalmente se muestra bastante desaprovechada. Los dragones apenas tienen presencia en el metraje, siendo contadas (y poco o nada espectaculares) sus apariciones. Pese a que, repito, los efectos no son gran cosa, el diseño de las criaturas no es en absoluto desdeñable (así lo demuestra el dragón de la escena final).

Se le puede acusar a la película de ser, en ocasiones, algo boba, y de carecer de esa chispa que parece faltarle desde el primer minuto (y sobrarle a los bichos alados), pero pese a todo resulta ser un entretenimiento decente con algunos hallazgos interesantes que salpican su narración de vez en cuando, sin que las pulsaciones del corazón se alteren en ningún momento, ya sea por no sentir emoción o indignación alguna.

Un producto para ver y desechar, criticable en muchos aspectos y olvidable como conjunto, pero eficaz como sencillo entretenimiento apocalíptico de bajo presupuesto y (ay) escasa imaginación.


El del hacha bate la plusmarca en salto de longitud.