Primero que nada, decir que esta película se ofrece más como una experiencia, forzándonos a sentir la intensidad de la historia contada, sobre todo en los pies (o más bien rostro) de nuestro protagonista, interpretado por un gran Robert Pattinson, que desaparece absolutamente en un rol no necesariamente simpático.

La película arranca con una intensidad brutal, generada tanto por un guion que mantiene al protagonista siempre en movimiento o conflicto, y el uso básicamente de primeros planos, agobiándonos con la proximidad con los actores.

Pero luego de unos 45 minutos muy buenos, se empieza a perder algo de fuerza. La genial primera tanda de obstáculos y personajes secundarios es reemplazada por otra en la segunda mitad y es allí cuando el estilo logrado (guion de locos y primeros planos) ya deja de sorprender y la historia empieza a dar vueltas un poco sobre sí misma, yendo hacia la nada, con cuestionables decisiones y acciones de los personajes. Aun así, buena película.