Aquí es donde se nos revela el giro que articula toda la película. Está familia no es real, todo es una mentira. Son todos actores contratados por Santiago para fingir ser su familia por un día. Más tarde entrarán en escena el hermano del padre y su cuñada, por supuesto, también son actores. Ninguno conoce las intenciones de Santiago. Quizás se siente sólo, está loco o simplemente se aburre. Todo ello se vuelve secundario. Se suele decir que la familia no se elige, pero está si que lo ha sido.

Hay un gran enfoque dramatúrgico en la manera en que interactúan los personajes entre sí y no únicamente por el hecho de que sean actores. Todos ellos tienen que actuar para Santiago fingiendo ser un ser querido. Cuando Santiago entra en escena, cada uno de ellos asume el rol familiar que le corresponde. Santiago intenta ser cariñoso con su esposa, preocuparse por la vida romántica de su hija o por los estudios de su hijo. En los ratos que Santiago está ausente es como si los demás estuvieran entre bambalinas. Ahí es donde veremos sus verdaderas personalidades y donde afloran las auténticas relaciones casi familiares que van creándose entre todos ellos.

De este modo, Familia nos incita a tener cierta autorreflexión sobre como pueden ser algunas de nuestras relaciones familiares. Viviendo juntos, pero a veces sabiendo tan poco los unos de los otros; contando historias que los demás han olvidado, no recordando detalles de cómo son los gustos o intereses de ese ser querido o dejando de lado las preguntas íntimas sobre sus sentimientos. A veces resulta que la familia es como el teatro y esta película lo refleja con gran inteligencia.