No sé si Sheila Ballantyne, en su novela, es tan dura con su padre como lo es el guión de Nelson & Johnson en este film de Anthony Drazan. Como en toda novela, cuando se la compara con la adaptación cinematográfica, habrá multitud de matices que la película no ha sabido o podido incorporar, pero el juicio es grave, sin que el peso de la angustia se vea del todo reflejado en la infancia de la autora.

La película parece tener el tono adecuado, el ritmo y la fotografía precisa. Las interpretaciones son memorables y contenidas, y los diálogos son creíbles.

La historia es de un amargor creciente y continuado durante los cien minutos largos de proyección.

Sin haber leído la novela, solo puedo decir que a la historia que narra la película le falta algo... tal vez parte de la búsqueda obsesiva del protagonista, que buscando en la tierra, se perdió en su vida.