Se trata de una película habilidosa en cuanto a detalles, a eso que llamamos sello propio o insignia de un director. El azul es el agua, la vida, lo que Julie tiene que ver tras la muerte de su marido e hija en un accidente es el azul. No es fácil rehacer una vida, sobre todo cuando todos tus planes se desbaratan. Los golpes fuertes nos cambian, pero en el fondo seguimos siendo iguales, seguimos siendo fieles a ese ideal, a lo que los que no están hubiesen querido. El ideal de perfección siempre tiene lagunas y las lamentaciones no paran el ritmo de la vida, estamos condenados a tener gente alrededor, a lo mejor benditos.
La vida ha de seguir y hay que aprovechar lo que se nos da.
Las reflexiones internas de la protagonista acompañadas de un fundido y música de ópera junto con ciertos efectos como la vista de puntos y rayas azules para evocar la visión de Julie cuando cierra los ojos así como la utilización de filtros azules para dotar de mayor importancia las escenas en que destaca el azul me han parecido muestra de la susodicha insignia a la que me he referido.
En definitiva es una buena lección para aprender que las cosas pasan sin que te lo hayas planteado, pero el ser humano lucha por su supervivencia.