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Mariukis rating:
8
8.0
69,575
Adventure. Action. Drama
Based on the homonymous novel by Howard Fast about the historical life of Spartacus and the Third Servile War. Spartacus (Kirk Douglas) is a rebellious slave who leads a violent revolt against the decadent Roman empire. Word of the rebellion spreads like wildfire, and soon Spartacus' army numbers in the hundreds. They will try to reach the south of Italy so they can go back to their homes.
Language of the review:
- es
April 1, 2009
4 of 6 users found this review helpful
A lo largo de la historia ha habido un puñado de hombres valientes, los cuales han desafiado el orden establecido cuando les parecía que el modo en que se desarrollaba la historia no era el correcto. Espartaco es uno de esos grandes hombres.
Ya sé que no se trata de una obra cómica, pero viendo la película no pude evitar soltar una carcajada cuando por mi mente pasó una idea bastante disparatada. Me imaginaba a Bin Laden en su cueva de Afganistán, viendo Espartaco en su pequeño televisor, totalmente identificado con el héroe tracio mientras gritaba: ¡¡Ahí, Espartaco, dale caña a los americanos!! Esta idea, que en principio parece descabellada, no se aleja tanto de la realidad. Tanto Bin Laden como Espartaco son dos hombres entrenados por el imperio del momento para satisfacer sus más oscuros propósitos y que cuando consiguen hacerse unos verdaderos guerreros se ponen de parte de sus propios objetivos. Este mismo tema lo podemos ver en Acorralado.
El problema de Spartacus es que no se sabe dónde termina la mano de Kirk Douglas y dónde empieza la de Kubrick. Actuaciones memorables – desde el Craso de Laurence Olivier hasta el último de los extras, quienes se ganaron el sueldo con creces –, un trabajo de producción espectacular – la batalla en Apulia, rodada entre Madrid y Guadalajara –, y los asombrosos decorados de la Roma Imperial.
Ya sé que no se trata de una obra cómica, pero viendo la película no pude evitar soltar una carcajada cuando por mi mente pasó una idea bastante disparatada. Me imaginaba a Bin Laden en su cueva de Afganistán, viendo Espartaco en su pequeño televisor, totalmente identificado con el héroe tracio mientras gritaba: ¡¡Ahí, Espartaco, dale caña a los americanos!! Esta idea, que en principio parece descabellada, no se aleja tanto de la realidad. Tanto Bin Laden como Espartaco son dos hombres entrenados por el imperio del momento para satisfacer sus más oscuros propósitos y que cuando consiguen hacerse unos verdaderos guerreros se ponen de parte de sus propios objetivos. Este mismo tema lo podemos ver en Acorralado.
El problema de Spartacus es que no se sabe dónde termina la mano de Kirk Douglas y dónde empieza la de Kubrick. Actuaciones memorables – desde el Craso de Laurence Olivier hasta el último de los extras, quienes se ganaron el sueldo con creces –, un trabajo de producción espectacular – la batalla en Apulia, rodada entre Madrid y Guadalajara –, y los asombrosos decorados de la Roma Imperial.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Así es que tenemos a un esclavo con aires de liberto que no se doblega ante su amo. Sabe que no tiene nada que perder y esa es su mayor baza. Nuestro personaje, interpretado por Kirk Douglas, es consciente de que está hecho de la misma piel y huesos que sus dueños y eso les convierte en iguales. Lo que más irrita al tracio es que le traten como un animal: durante el incidente en la mazmorra, cuando Varinia (Jean Simmons) y Espartaco se presentan como “no animales”, se expone claramente esta idea. Asimismo, la rebelión comienza con el ataque de Espartaco al instructor jefe, que da un latigazo en la boca del protagonista por expresar sus sentimientos.
Un gran hombre famoso por cambiar los arcaicos puntos de vista del cine de su época fue Stanley Kubrick, encargado de dirigir este film. Su obra quizá no logró una revolución social como las acciones de Espartaco, pero insufló una bocanada de aire fresco al séptimo arte. Aunque este largometraje fue un trampolín para la carrera del director, durante el rodaje no pudo modificar el guión y años más tarde declaró que las peleas con Douglas, que además de encarnar a Espartaco hacía el papel de productor ejecutivo, fueron constantes y muy pocas veces consiguió sacarle algo.
Las opiniones que se han vertido sobre Kubrick y su legado son variopintas, pero el realizador no deja indiferente a sus espectadores. Para mí, a partir de Lolita, Kubrick pierde el norte y hace cine para su disfrute personal y exclusivo. Cintas filosóficas y rebuscadas que buscan despertar la náusea antes que el intelecto.
A mi modo de ver, el director de Espartaco fue un simple títere en manos del productor ejecutivo, hecho del que el realizador aprendió una importante lección; rescindió el contrato que lo ataba a tres películas más con Douglas y nunca jamás se volvió a involucrar en un proyecto en el que no tuviera total libertad de actuación.
Un gran hombre famoso por cambiar los arcaicos puntos de vista del cine de su época fue Stanley Kubrick, encargado de dirigir este film. Su obra quizá no logró una revolución social como las acciones de Espartaco, pero insufló una bocanada de aire fresco al séptimo arte. Aunque este largometraje fue un trampolín para la carrera del director, durante el rodaje no pudo modificar el guión y años más tarde declaró que las peleas con Douglas, que además de encarnar a Espartaco hacía el papel de productor ejecutivo, fueron constantes y muy pocas veces consiguió sacarle algo.
Las opiniones que se han vertido sobre Kubrick y su legado son variopintas, pero el realizador no deja indiferente a sus espectadores. Para mí, a partir de Lolita, Kubrick pierde el norte y hace cine para su disfrute personal y exclusivo. Cintas filosóficas y rebuscadas que buscan despertar la náusea antes que el intelecto.
A mi modo de ver, el director de Espartaco fue un simple títere en manos del productor ejecutivo, hecho del que el realizador aprendió una importante lección; rescindió el contrato que lo ataba a tres películas más con Douglas y nunca jamás se volvió a involucrar en un proyecto en el que no tuviera total libertad de actuación.