En realidad el filme se llama Beirut, que es mucho más importante que el rehén, tal y como se le ha nombrado en España. Todo gira entorno a la multiculturalidad libanesa, donde se afincan palestinos, israelíes y un sinfín de pensamientos y creencias que hicieron estallar una guerra que parece no tener fin. En la época de los 70 todo era calma tensa hasta que comienzan los primeros enfrentamientos. Skiles (Jon Hamm) daba una fiesta en su casa y ve cómo todo se viene abajo, marcando su vida y haciéndole volver a su patria. Alcohólico y desaprovechado, pasará diez años hasta que vuelva a viajar a Beirut, esta vez reclamado por los EEUU.

A su amigo lo han secuestrado, y la información que maneja es tan importante y devastadora para EEUU si llega a malas manos que necesitan de un buen negociador. Skiles vagará por las calles de Beirut junto a una agente de la CIA (Rosamund Pike), para intentar salvar a su amigo y cubrirse de aquellos que parecen estar junto a él. Es una película a la antigua usanza; sobria, realista, intrigante e inteligente que atrapará al espectador y se dejará llevar por la ruina y la devastación en que se ha convertido Beirut. Brad Anderson dirige EL REHÉN con buen pulso, y Jon Hamm aporta a su personaje de una humanidad y resquebrajamiento muy realista. El guion no tiene fisuras y el desarrollo es hipnótico.

En definitiva, EL REHÉN es una buena película de intriga. Un thriller que gustará a los que piensan que a las películas actuales les falta algo de antaño. Se toma su tiempo, construye un buen protagonista y los giros de guion se producen sin fisuras. Es creíble, real y con dosis políticas e intereses de por medio que darán que pensar. No es mal plan, en absoluto. No os la perdáis.