Alguna alma candida debió pensar que con una correcta ambientación, a uno de los presidentes más capacitados y carismáticos de la historia de los EEUU (lo que en retrospectiva igual tampoco es tan meritorio) y Bill Murray tenía todos los ingredientes para hacer un buen potaje, o al menos uno que se vendiera bien. El error mas notorio fue subestimar la importancia de un guión, en particular de un guión al nivel del resto de los ingredientes.

Sin él, la historia se ve condenada a avanzar a trompicones (más bien empujones) de la mano de la socorrida voz en off de la protagonista femenina, pero en todo momento la historia parece fuera de foco y uno se pregunta que diantres nos estan contando o si nos estan contando algo aparte de las pajillas que se hacían en el coche. Entre tanta indefinición, que hagan un descansillo disgresor para recrearse en la tartamudez del rey no sorprende en demasia por mucho que carezca de sentido.

Bill Murray huye de la recreación milimétrica del personaje, ignoro si por incapacidad, por decisión propia o por pura dejadez pero sin sorpresa es de lo menos malo de la película.

En definitiva, un ejemplo sobre como arruinar una producción decente sin tener una historia clara que contar, o como unos buenos actores y un buen contexto no hacen por si solos una pelicula capaz de sostenerse.