Vaya por delante que este séptimo episodio de la temporada no está mal, que la historia más o menos es interesante y que las interpretaciones son correctas. Vale, de acuerdo, pero no dejo de preguntarme que hace un capítulo como este en una serie llamada “Terror en estado puro”. Y esto lo digo porque la historia mezcla el drama y la intriga a partes iguales olvidándose por completo de darnos cualquier tipo de terror habido por y haber… ¿no se supone que esto es una serie de terror? En fin, pues lo dicho, que no esperes aquí muertes violentas, ni casquería, ni gore, ni tan siquiera algún sustillo barato producto de la subida de la música o los efectos sonoros.

El capítulo en sí mismo es aceptable, sin más. Seguramente su argumento te sonará de haberlo visto antes en alguna que otra serie o en una película. Se trata de la parejita feliz de turno que se muda a un vecindario idílico donde dispondrá de unas grandes facilidades para mejorar su calidad de vida. No obstante, como era de esperar, las cosas no serán lo que aparentaban ser y la estancia en ese lugar rápidamente se tornará imposible de soportar.

Y por mi parte poco más voy a añadir. Sobre el episodio pues decir que hubiera deseado que la trama no avanzara a velocidad supersónica (todo sucede muy deprisa) y tampoco hubiera estado de más que hubiesen dado una explicación cerrada a el porqué sucede lo que sucede en ese lugar.