Partimos de la base de un mundo post-apocalíptico que ha evolucionado y se ha adaptado, creando una nueva sociedad “sobre ruedas”, ya que las ciudades pasan a ser vehículos gigantes, móviles e independientes, y las luchas por el poder se basan en su propia capacidad de luchar o huir, transformándose como animales vivientes sin vida; y en todo ello veremos el devenir de dos jóvenes que pueden cambiarlo todo.

El primer punto a destacar de este film, son los efectos. La creación de las ciudades, sus entresijos, sus entrañas y su movimiento están bastante bien logrados, pero hay momentos, como en la escena de la persecución que quedan patentes que un poco más de labor no hubiera venido mal, y más después de tener ese presupuesto tan elevado.

El segundo punto es la dirección, para mi gusto algo endeble, ya que hay ciertos momentos que pueden recordar, por la atmósfera, paisajes y tensión a una película bastante famosa y que casualmente del mismo creador, pero no deseo entrar en las comparativas, así que puedo decir, que la originalidad en este aspecto ha perdido su punto a favor y sorpresivo.

Otro punto son los actores, horribles y sólo se salva Hugo Weaving, aunque su papel de villano está muy lejos de ser lo perfecto; y es qué el exceso de sobreactuación de la mayoría no deja de ser un problema además de ser caras “no atractivas”. Además, la narrativa, la historia en general no termina de enganchar, y no deja de ser en ciertos momentos un círculo vicioso en pos de minutos innecesarios lleno de un vacío para engendrar alguna innecesaria cabezada.

Por último dejar constancia del estilo, steampunk, estilo procedente del ciberpunk, en este aspecto, me encanto, creo qué puedo asegurar sin equivocarme, que el estilismo es el punto fuerte de este film.

En resumen, aunque las críticas no eran nada halagüeñas, no quería creerlo, pero una vez vista me he encontrado con una decepción, la primera decepción de estas navidades 2018.