Mi primer contacto con "Perdita Durango" fue cuando, durante unos anuncios en un canal de cine, salía el jaguar rugiendo en la cara de Perdita, visiblemente atemorizada. Me gustó tanto, que decidí no perdérmela en cuanto la dieran.

La dieron, y no la entendí muy bien. Pero me quedé con las escenas "fuertes" (la violación, el grito desaforado de Bardem todo ensangrentado al lado de la rubita fuera de control, Perdita llorando con Las Vegas rodeándola...). Tiempo después, ya lo suficientemente mayor como para captar todos los mensajes y sutilezas de cualquier película, la volví a ver. No una, sino dos veces. Es que me gustaba tanto, que la podía repetir todas las veces que quisiera (y me sigue encantando, por supuesto).

Me encanta la manera de tratar el lado oscuro de la vida: violaciones, asesinatos, secuestro, síndrome de Estocolmo, tráfico de elementos prohibidos (en este caso, fetos), traumas, muerte... de forma tan trepidante, a menudo exagerada y sin dejarte indiferente. Es fantástico el recurso del humor negro, le da un toque surrealista e irónico a la película. La fotografía es de alta calidad, muy cuidada, y ofrece estampas dignas de poner como fondo de escritorio. Y lo que ha dicho uno sobre los diálogos, es cierto: es justo y nunca se dice nada estúpido. Se suele tirar de la imagen para decir lo que en otra película se recurriría al diálogo, monólogo o, peor aún, voz en off. Y eso lo he valorado mucho también.

En cuanto a los personajes, el que más me ha gustado fue Perdita Durango. Otros alaban a Javier Bardem, que hizo del santero Romeo Dolorosa. Sí, él hizo un trabajo encomiable, muy pasional e intenso, pero lo cierto es que no consigue que empatice con él*. En cambio, Perdita, con la quizás más bien contenida interpretación de Rosie Pérez, sufre una evolución moral casi imperceptible pero determinante, y que se convierte en el eje principal de la película para todo espectador que sepa separar los elementos polémicos de la trama central. No hay más que ver el hermoso final** para darse cuenta de ello.

"Perdita Durango" es, si le quitamos su violencia y humor negro abundantes, una historia de amor y desarrollo personal tan preciosa como la comedia romántica más ñoña que haya parido el cine. Así pues, os pido que no la juzguéis únicamente por su apariencia.