Con 44 años he visto cine, mucho cine, demasiado cine diría yo. Pero películas del estilo de Amelie habré visto menos de 10. ¿Qué tiene ésta película para hacerla tan peculiar? Pues que cada plano de ella, me refiero a Audrey Tautou te transmite un buen rollo descomunal, imposible disfrutar de ésta historia y estar de mal humor o triste. Lo repito, IMPOSIBLE.

La historia es larga, cierto, pero esto no le resta un ápice de interés, ya que Jean-Pierre Jeunet se las ingenia de forma magistral para mostrarnos lo especial de esa niña llamada Amelie, los motivos que hicieron que creciera de una forma, rodeada de dos padres muy excéntricos y en un mundo donde apenas tenía roce con otros seres humanos. Usando para ello su imaginación a marchas forzadas para contrarrestar esas carencias afectivas y de distracción.

Pero lo que claramente potencia la película es su entorno. Muy bien escogida la ciudad de París, sus calles tan peculiares, con ese olor que traspasa la pantalla, sus coloridos en todas sus vertientes, la fotografía, el clima, el sol brilla casi toda la trama y destacando por encima de todo, el comportamiento altruista de la protagonista. Amelie no vive para ella, todo lo contrario, vive por y para la gente que la rodea, su felicidad es la felicidad de los otros, preocupada en todo momento por satisfacer a aquellas personas cercanas a ella, cueste lo que le cueste. Y también en algunos casos sacará su lado menos amable para hacer justicia.

¿Pero una persona así puede ser feliz eternamente sin satisfacer sus carencias? ¿Merece una persona así ser feliz y preocuparse más de su vida? Si quieren descubrir la respuesta...