¡Qué pobre que está la cartelera últimamente! No hay manera de encontrar algo razonablemente digno de verse. Por eso el hecho de saber de la existencia de una película sobre romanos, a uno, que va acercándose peligrosamente a la cincuentena, le recordó viejas glorias cinematográficas tales como Ben-hur o Espartaco. También ayudó a su elección el hecho de ambientarse extramuros del Imperio Romano, allá que más adelante será conocido por Escocia.

Pues bien, a pesar de todos estos ingredientes, nos encontramos ante una peliculita. Si la ves, como en otras tantas, no caerás en un sopor insoportable; digamos a este respecto que hay que ser muy torpe para no saber poner un par de escenas que mantengan mínimamente nuestra atención. Pero si te la pierdes, tampoco pasará nada. Meterme ahora, por último, en las disquisiciones del romano hiperpatriota que comprende que su imperio no es tan justo como pensaba visto desde los ojos de sus esclavo sería una pérdida de tiempo, creo yo. En fin, paciencia y más paciencia.